La Iglesia, fuera de la realidad

AutorBernardo Barranco

Bernardo Barranco: ¿Hay falta de sensibilidad (en el tema de la pederastía)? Raúl Vera: Más bien vivimos fuera de la realidad. Como Iglesia, muchos se sienten como una sociedad de excepción. Te pongo un ejemplo: un día, en las reuniones de la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM), cuando empezaba a resonar el tema de la pederastía, de un día para otro, para que los obispos no tuvieran que enfrentar a la prensa porque ese tema era una pregunta reiterativa por parte de los medios, se decidió suprimir las ruedas de prensa que se realizaban durante todos los días de la conferencia. BB: ¿Por qué esa actitud de silencio?

RV: Es por una mentalidad clerical de que si la Iglesia pierde autoridad moral, nosotros dejamos de ser el instrumento de Cristo para salvar al mundo.

Pero la Iglesia no pierde autoridad nada más porque se den cuenta de nuestras incoherencias, de nuestros pecados. La Iglesia pierde autoridad cuando nos salimos de nuestra responsabilidad ética y perdemos el horizonte de la realidad.

BB: Hay un tema que me gustaría tratar. La no presencia con las víctimas de la pederastía clerical. Para muchos resultó incomprensible por qué el papa (Benedicto XVI) en otros países, como Estados Unidos, Inglaterra, Irlanda, se reúna con las víctimas; hasta en la pequeña Malta. Y en México (en la visita de 2012) les niega una audiencia. (...) Esas víctimas son de la Iglesia. Son damnificados de la propia Iglesia. Aquí la Iglesia tiene una responsabilidad directa que no quiso afrontar.

RV: Yo especialmente pienso que en el equipo organizador no hubo una persona que prefiriera correr los riesgos encontrando una fórmula para que personas representativas de los distintos sectores de víctimas de la sociedad pudieran encontrarse con él y que las víctimas pudieran escucharlo en un mensaje directo a ellas. Creo que hubiera sido mucho más positivo enfrentar riesgos que eludirlos; las reacciones negativas fueron peores.

Se intentó abordar el tema de la pederastía a través de un mensaje de respeto, cuidado y promoción de la niñez, pero en absoluto cubrió las expectativas. Es más, dio la impresión de una solución fácil, y hay que reconocer que no es un asunto del santo padre, sino de quienes organizan sus visitas pastorales, sea en Roma o en el Estado por visitar.

BB: Era algo tan evidente como para haberlo previsto.

RV: No, lo calculan todo. Yo considero que hubo estupor al enfrentar el tema y ese temor no vino de Su Santidad. No fue el santo padre quien decidió que fueran así las cosas, sino quienes arreglaron el viaje.

Nosotros, por ejemplo, no pudimos entregarle una carta al santo padre. Le pedí de favor a un cardenal y le dije que se la entregara al secretario del papa; en el sobre decía: "De los obispos de la provincia eclesiástica para un caso de beatificación". Ni siquiera nosotros los obispos, como grupo, pudimos acercarnos un momento al santo padre. No nos dieron un espacio. Estaba súper controlado el acceso a Benedicto.

BB: Joseph Ratzinger (...) está recogiendo amargos frutos que sembró como prefecto de la Sagrada Congregación de la Doctrina de la Fe, desde el disciplinamiento de la Iglesia encabezado...

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