La 4T ante los amos del agua

AutorAntonio Salgado Borge

Aunque en distintos grados, este fenómeno impactará en todas partes. Uno puede discutir, como pretenden algunos nacionalistas, si hay formas o no de independizar a un país de la estructura económica mundial. Lo que no está en tela de juicio es la interdependencia de cada país del sistema ambiental global. Cada sección de la Tierra está estructuralmente inter-conectada por este sistema. Por ende, por muy nacionalista que un gobierno sea o pretenda ser, no es posible escapar del futuro del planeta.

Confrontados con este escenario, algunos gobiernos han optado por dejar el agua en manos del mercado. La idea es que así es posible asegurar que sea empleada y distribuida racionalmente. Desde el gobierno de Carlos Salinas este ha sido el enfoque de México. El resultado: de acuerdo con un reciente estudio de la UAM, en nuestro país 20% del líquido está actualmente en manos de 1.1% de la población.

Las principales acaparadoras son empresas nacionales y extranjeras en los sectores industrial y agrícola, aunque la lista también incluye a bancos, como BBVA y Banco Azteca, éste de Ricardo Salinas Pliego -al parecer ninguna lista de empresarios infames puede dejar de incluir su nombre-. Aquí no hay sorpresas.

El acaparamiento actual de un recurso escaso cuyo acceso es un derecho humano elemental protegido por la Constitución es aberrante. Pero el problema no termina ahí. De no haber una intervención radical y de fondo, esta asimetría seguramente empeorará.

A escala mundial cada vez son más los intereses que se frotan las manos ante la posibilidad de lucrar con la escasez. Prueba de ello es la reciente cotización del agua en Wall-Street que, en los hechos, implica que un puñado de personas o empresas estarán apostando a la escasez o abundancia del líquido en ciertas regiones del planeta. En este contexto es previsible que se intensifique la lucha por acaparar la mexicana.

Los inversionistas implicados pueden alegar que su uso concesionado genera bienestar económico o que el nuevo mercado estabilizará los precios del agua. Pero a ello se tiene que responder que el esquema actual equivale a ponerla en manos de un puñado de intereses corporativos.

Tanto las concesiones a grandes capitales como el tratamiento del agua como parte del mercado de futuros permiten que pocos se hagan ricos apostando al sufrimiento de muchos. En consecuencia, lavarse las manos para dejar al mercado "hacerse cargo" de la crisis hídrica no es una solución aceptable para un gobierno...

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