4T exterior: Contra los supremacistas, la cultura

AutorJudith Amador Tello y Armando Ponce

Volver la vista al sur del continente americano y hacia la región Asia-Pacífico, mostrar al mundo lo que somos los mexicanos y cómo pensamos, sin tratar de falsear la realidad del país, y responder a través de la cultura a las ideas supremacistas, son algunos propósitos que ahora plantea el historiador Enrique Márquez para la Dirección Ejecutiva de Diplomacia Cultural de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).

Apenas en marzo pasado, el también poeta expuso a Proceso (No. 2209) los lineamientos de su propuesta de política exterior en materia cultural, y dio a conocer algunos de los programas y acciones que le darían sustento. Luego hubo sorpresas: Informó en su cuenta de Twitter que vendrá a México una franquicia del Centro Pompidou de Francia y -al conformarse en el mes de mayo el Consejo de Diplomacia Cultural- habló de la posibilidad de crear un proyecto cultural en Honduras.

Pero se avanza y se recula, y nuevos proyectos van apareciendo en la agenda, a la vez que se responde a la coyuntura; como en septiembre pasado, cuando en Francia la casa subastadora Millon sacó a la venta un conjunto de 120 obras prehis-pánicas, y la Cancillería solicitó sin éxito pararla.

En entrevista con este semanario, el funcionario habla de la venta de los bienes culturales de México, anuncia la cancelación definitiva del proyecto cultural centroamericano, y adelanta algunos de los proyectos que se realizarán en los próximos meses, entre ellos el "España en el corazón. Festival Eñe"; una exposición de códices y herbolaria en Alemania, y el foro "La cultura en el Cambio Tecnológico", en París. Recién concluyó en Chicago el encuentro "Mujeres Migrantes de México y el Mundo".

Plan todo pagado

La noticia de traer a México un Pompidou causó desconcierto, pues la franquicia del mismo centro cultural en la ciudad de Málaga, España, ha tenido un costo de 2.07 millones de euros anuales. Se cuestionó si no era un contrasentido con la política de austeridad del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que ha destinado a la Diplomacia Cultural poco más de 10 millones de pesos.

Márquez afirma en la entrevista que, de venir a México el centro cultural, como se pretende aún, no le costaría al gobierno. La condición es que sea pagado por "empresarios y sponsors (patrocinadores) ligados al Consejo Franco Mexicano". Ellos se comprometen a pagar la construcción y adaptación del espacio, así como los gastos que generaría esta "especie de franquicia".

De no ser así, añade, "de ninguna manera se haría, no sería conveniente, hay muchos museos mexicanos que no tienen para sobrevivir, sería un despropósito nuestro estarlo promoviendo".

Recuerda que "los ricachones" de Du-bái literalmente compraron una franquicia del Museo de Louvre. Pero la idea de traer a México un Pompidou está orientada más a los orígenes del propio espacio cultural que nació en la zona de Beau-bourg, "que era delincuencial, socialmen-te perdida". El centro cultural funcionó como un plan de recuperación urbana y social. Igual sucede con Kanal, en Bélgica, ubicado "ni más ni menos que en el barrio de Molenbeek, que era santuario del terrorismo internacional". Asegura entonces sobre la propuesta en nuestro país:

"Es un proyecto de recuperación, no es el Louvre de Dubái. México no tiene en la parte museística el equivalente de un museo con las características del Pompidou, tenemos el Museo de Arte Moderno; pero un museo que exhiba lo más contemporáneo no lo tenemos."

El Pompidou, dice, está explorando el proyecto Studio 13/16, dirigido a adolescentes. Piensa Márquez que eso...

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