50 años después, Lara nos sigue enamorando

AutorRaúl Díaz

Recordamos hoy aquí, y le rendimos homenaje, a don Ángel Agustín María Carlos Fausto Mariano Alfonso del Sagrado Corazón de Jesús Lara y Aguirre del Pino (Tlacotalpan, Veracruz, 1 de octubre de 1897), cantidad de nombres que a usted no le dicen nada pero que seguramente sí le dicen, y mucho, cuando los reducimos al simple y familiar Agustín Lara.

O El flaco de oro, ese irreverente a carta cabal pero que no mentía, "inventaba historias", la primera de las cuales, dicen, es que de rumbero y jarocho tenía sólo lo primero ya que, aunque lo afirmaba, no nació en Veracruz ni en 1897, sino en el centro de la Ciudad de México en 1900. Vaya usted a saber.

Lo que sí se sabe -y por eso casi se le venera- es que supo como nadie cantarle a la mujer y tocarla con metáforas maravillosas. Letras que acompañaba con melodías realmente cautivantes que, transformadas en canciones, devenían irresistibles. Qué mujer no se sentiría alagada si el galán con cara de circunstancias se le acerca y dice: "Rival de mi cariño el viento que te toca".

Pero, en contraposición a la pandemia y otros males, la humanidad ha sabido hacerse de las herramientas que le permiten la sobrevivencia plena, y esto quiere decir e implica no sólo el acervo material, sino también, y más importante, la riqueza espiritual, o sea, el arte y la cultura. Que son aquí, en don Alfonso del Sagrado Corazón, música y canciones...

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