8 de marzo, Dia Internacional de la Mujer.

Textos de Lillian van den Broeck y Violeta Vazquez-Rojas

[Hoy, 8 de marzo, se celebra en el mundo el Dia Internacional de la Mujer. Por eso hemos decidido en esta ocasion dividir en dos esta seccion literaria: relato y ensayo. En la narrativa la poeta mexicana Lillian van den Broeck, nacida en El Paso, Texas, en 1954, nos entrega un cuento cuya intima mordacidad, de tan indiferentemente reiterada, se diluye en una normalizada convivencia cotidiana. La mujer atrapada en un conflicto amoroso que pasa irremediablemente inadvertido en el calendario de todos los dias. Y en el ensayo, la investigadora y academica mexicana Violeta Vazquez-Rojas habla sobre la manifestacion de manana considerandola un progresivo avance social. La estudiosa es licenciada en linguistica por la Escuela Nacional de Antropologia e Historia, maestra en linguistica hispanica por la UNAM, y doctora en linguistica por la New York University (NYU). Profesora-investigadora en El Colegio de Mexico, miembro del Seminario de Sintaxis y Semantica del Centro de Estudios Linguisticos y Literarios, y coorganizadora del Seminario de Definitud junto con Julia Pozas Loyo y Ana Aguilar Guevara.]

  1. Relato

    Un pedazo de arenque

    Por Lillian van den Broeck

    Un dia a mi puerta llego aquel Raico. Yugoslavo de nacimiento, musico y disidente por naturaleza. Tocaba piano y todos sus derivados, asi como la guzla y el kabal, traidos consigo desde su desmoronada tierra. Alguien le habia dicho que aqui en mi casa se cocinaba no solo sopa de col, tambien rollos de col, chucrut, col morada con manzana, compota de lo mismo y col en salsa verde. Esta ultima es mi especialidad, pero esto en realidad no tiene importancia mayor, ya que, para mi, hacer estos guisos con repollo es la manera mas adecuada, facil y barata para atraer a esos hombres que llegan de los rumbos transatlanticos o pacificos.

    La enresortada cabellera entrecana de Raico llegaba hasta la espalda. Mientras comia, me gustaba soltarle la coleta y emitir un sonido diferente al jalarle con suavidad cada bucle dureriano que le colgaba. Este ritual lo entusiasmaba. En cuanto terminaba el platillo no reparaba en tirarme al suelo y, con dulce brutalidad, abrir mi telon y agasajarse con el postre. A el si que lo echo de menos por esto ultimo.

    Venia continuamente; yo diria que fueron casi las trescientas. No creo que valga la pena hablar de todas. Considero que el orgasmo borra o disuelve todo preludio que lo antecede. Esto puede considerarse grave...

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