El abasto peruano

LIMA.- El jalisciense Sergio Muñoz despertó las sospechas de los agentes de la División de Extranjería del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, en la capital peruana, la madrugada del pasado 8 de abril, cuando aquél se disponía a abordar el vuelo 2626 de LAN con destino a la Ciudad de México. Primero pasó sin problemas los controles de seguridad; ni el arco detector de metales ni el es-cáner para el equipaje de mano registraron nada fuera de lo común.

Pero al llegar a la zona de control migratorio, donde sólo debe llenar un formulario con su nombre, apellidos y el número de su documento de identidad y mostrar a los agentes su pasaporte, preguntó dónde podía hacer una fotocopia de éste, aunque nadie se la iba a pedir. Un policía de la sección de Requisitorias le indicó la oficina de su departamento, para llegar a la cual hay que apartarse de la ruta de los pasajeros que van a abordar.

Estuvo seis minutos en la oficina y cuando salió y estaba rellenado el formulario para pasar a los módulos de migración, tuvo que volver pues el mismo policía le avisó que había olvidado su fotocopia.

Los agentes migratorios estaban en alerta después de ver la actitud inusual de Muñoz. Cuando le tocó la revisión del pasaporte le preguntaron los motivos de su viaje, por qué había excedido en dos días la vigencia de su visa de turista (de un mes) y para qué había hecho la fotocopia.

Sus explicaciones no los convencieron. Muñoz se veía nervioso. Comprobaron la autenticidad de su documento. Lo radiografiaron para ver si había ingerido cápsulas de droga; no hallaron nada. Lo registraron por si llevaba algo adherido al cuerpo; y tampoco. Lo dejaron pasar para abordar su vuelo, pero de último momento decidieron volver a escanear su equipaje de mano.

Entonces descubrieron ahí 13 paquetes: 12.8 kilogramos de cocaína. Era imposible que en el primer control hubieran pasado inadvertidos. Algo que certificaron al revisar las imágenes de las cámaras de seguridad en las cuales se veía la pantalla del escáner con una maleta prácticamente vacía.

Sólo podía haberla cargado en un sitio: la oficina de Requisitorias. Muñoz acabó por confesar que tres policías de esa sección le habían pasado el cargamento ilegal.

Reveló también que había sido enrolado en México por alguien a quien sólo identificó como "Marcos". Quienes lo contactaron en Perú y le dieron las indicaciones para recibir la droga en el aeropuerto sólo se identificaron con nombres de pila.

Las instrucciones sobre cómo entregar el cargamento en el aeropuerto de la Ciudad de México se las darían después, en llamadas a un celular que le habían entregado. Ya antes había transportado droga en esa misma ruta. En diciembre de 2013 hizo un viaje con una mochila cargada de cocaína la cual le fue entregada -también después de pasar los controles- en un elevador por una persona de...

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