La absurda iniciativa del senador Monreal

AutorElisur Arteaga Nava

La propuesta es absurda. Por ley existen autoridades jurisdiccionales a las que se ha conferido competencia para conocer actos de corrupción; en teoría debe estar integrada por magistrados. Éstos no han sido nombrados ni han comenzado a realizar sus funciones. No se sabe si funcionarán o no. A pesar de ello ya se propone un nuevo sistema.

De aprobarse la iniciativa, el número de ministros pasaría de 11 a 16; la nueva sala se dedicaría, preferentemente, a conocer y resolver asuntos relacionados con el combate a la corrupción. Materia, a todas luces, ajena a las funciones que son propias de un alto tribunal. Los nuevos ministros, como parte del pleno de la Corte, también conocerán y resolverán materias de constitucionalidad y amparo.

Por más que lo pienso no alcanzo a percibir cómo una controversia constitucional, una acción de inconstituciona-lidad o un amparo, directo o indirecto, pueden tener como materia actos o leyes relacionados con actos de corrup-Ición que, en los más de los casos, son de naturaleza particular. Finalmente, en los supuestos de que se finque responsabilidad a un servidor público, se estará frente a actos concretos y resoluciones o sentencias emitidas por autoridades administrativas o jurisdiccionales que no necesariamente deben llegar a la Corte.

En el mejor de los casos, pudiera tratarse de amparos en los que se impugne de inconstitucional una ley en la que se funde una sentencia derivada de un juicio seguido a alguien por corrupción. Esa circunstancia no justifica la existencia de la sala especializada; tampoco a dar lugar a un procedimiento que deba ventilarse ante el más alto tribunal.

La designación escalonada de los ministros de la Corte es un acierto. Ningún presidente de la República, durante su sexenio, puede hacer más de cuatro nombramientos; ello implica que, por más que quiera imponer su sello, conservador o liberal, al alto tribunal, no lo puede hacer. A lo que más puede aspirar es a reunir votos que impidan, pero no resuelvan, cuestiones trascendentes.

De aprobarse la iniciativa, los nuevos ministros serían parte del pleno de la Corte y, como en muchas cosas malas que parecen buenas, venenum cauda, lo que quiere decir que en la reforma, como en los alacranes, el veneno está en la cola, en la modificación, al parecer insignificante, que se propone hacer al artículo 105 constitucional:

"Las resoluciones de la Suprema Corte de Justicia sólo podrán declarar la invalidez de las normas impugnadas, siempre que...

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