Las abuelas de Sepur Zarco, del infierno a la justicia

AutorMarcela Turati

Después de tres décadas, la abuela maya guatemalteca Carmen Xol Ical puede hablar de los seis años en los que fue violada y esclava doméstica en un destacamento militar. Junto con otras diez sobrevivientes, se armó de coraje para denunciar y lograr lo que parecía impensable: la primera sentencia por esclavitud sexual como crimen de guerra en un tribunal del país donde el delito fue cometido.

Su desgracia comenzó en 1982, cuando una base militar, bajo las órdenes del teniente Esteelmer Francisco Reyes Girón, se asentó en la pequeña aldea de Sepur Zarco y, en una incursión a la Finca Esperanza, los soldados se llevaron al esposo de Carmen. En el mismo operativo detuvieron a 18 hombres de la comunidad.

"Llegaron a mi casa como a las seis de la mañana; (mi esposo) estaba enchamarrado en su hamaca, lo levantaron y se lo llevaron. A los detenidos los juntaron en la escuela; no nos dejaban entrar, sólo pudimos ver que estaban sufriendo, no les daban comida, sólo orina y popó.

"A las cuatro de la tarde se los llevaron (de la escuela). No sabemos si (al destacamento en) la Finca Tinaja o a otro lugar. Después no supimos nada. Yo sólo esperaba su regreso, pero ya no llegó", relata la mujer de 70 años.

Su marido era el encargado del comité escolar del pueblo e integrante de un grupo de campesinos que tramitaba ante las instituciones agrarias su reconocimiento como propietarios de la Finca Esperanza -donde cultivaban maíz, frijol, chile y camote-, tierra que les habían quitado los fin queros.

Guatemala sufría una guerra civil en 1982. Todo poblado sospechoso de apoyar a la guerrilla era ferozmente atacado por el ejército del entonces presidente, el general Efraín Ríos Montt, con técnicas de tierra arrasada que implicaban masacres y desapariciones.

Sepur Zarco está en la región de Polo-chic, en medio de los departamentos Alta Verapaz e Izabal. Pese a que no era un territorio con presencia guerrillera, los militares utilizaron tácticas de combate.

"Cuando los soldados se llevaron a nuestros esposos también quemaron las casas; nos quedamos sin nada. A mí me llevaron al destacamento de Sepur Zarco para hacer tareas". La abuela habla en su idioma q'eqchi y la traduce su paisana Vilma Chub.

Sin esposo, sin casa e indefensa, Carmen se mudó a Sepur Zarco para buscar a su marido e intentar sobrevivir, pero en ese lugar se prolongó la pesadilla: "Ahí, los soldados nos obligaron a limpiar, a hacer la comida, a lavar ropa. No nos pagaban. Yo me quedé con mis ocho hijos, los dejaba en una casita de techo de nailon, se quedaban solitos todo el día".

"No sólo eso. También me violaron"...

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