Acerca de la edición especial El sexenio de la muerte

De Jorge Ordóñez Burgos

Señor director:

Independientemente de la necesidad imperante de resolver muchos problemas en este país, debe atenderse la salud mental de los mexicanos -tanto la del ciudadano común como la de quienes integran los diversos cuerpos de seguridad-. La edición referida no escatima en mostrar imágenes de una realidad de la que no podemos escapar. Cierto: Vivimos en un medio convulsionado en el que el miedo y la violencia forman parte de la cotidianeidad.

No sé hasta qué punto podría considerarse la colección de fotografías publicadas como una contribución al juicio ciudadano de la historia contemporánea; este es un terreno que supera mi formación académica. Sin embargo, creo que el texto introductorio de Juan Villoro (páginas 4-5) es sugerente e invita a repensar el tema del salvajismo en México.

"El derecho a la información -afirma- es el principio rector del periodismo. Lo que existe debe ser comunicado; no se trata de censurar ni de maquillar los sucesos. ¿Cómo hacerlo?". Villoro plantea un problema de múltiples aristas. En él se involucran tópicos como la libertad de expresión, la ética de los medios de comunicación, la censura estatal, el derecho del ciudadano a ser informado y, entre muchas otros aspectos, el derecho de las víctimas a no ser utilizadas como mercancía. La realidad del absurdo que se vive en México debe ser estudiada a profundidad por varias disciplinas, entre ellas la filosofía.

De las palabras de Villoro pueden desprenderse temas susceptibles de ser tocados por la crítica filosófica, una crítica que trascienda la mera referencia histórica de pensadores extranjeros para internarse en la humanidad viva del mexicano que está inmerso en unas condiciones inéditas para el país.

La reflexión filosófica, contra lo que muchos piensan, se encarga de voltear la mirada hacia la vida misma: Los grandes filósofos de la historia -a los que suele citarse anacrónicamente- no eran ajenos a la cotidianeidad que los envolvía. La necesidad de acudir a la filosofía mexicana es inaplazable, y debe echarse mano de un pensamiento que se construye a partir de meditaciones sobre aspectos tangibles de nuestro entorno.

La respuesta a la pregunta: ¿quién o qué es el mexicano?, lanzada hace 100 o 50 años, hoy deberá responderse de manera muy diferente. Es posible que las atrocidades que captan las fotografías publicadas por Proceso nos proporcionen un norte. Otras muchas interrogantes pueden desprenderse a partir de simples...

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