Acerca de Narcisismo y boicot electoral

De Santiago Cardoso Villegas

Señor director:

La malignidad de la clase política mexicana coincide con la descripción de malevolencia que Dostoyevski nos transmite del padre de los hermanos Karamazov:

"Su fisonomía (...) atestiguaba (...) la esencia (de su) vida. Aparte las largas y fofas bolsas por debajo de sus pequeñines ojillos, siempre descarados, suspicaces y burlones; aparte la muchedumbre de profundas arruguillas de su cara, pequeña pero inflada, por debajo de la aguda barbilla colgábale la gran nuez, carnosa y alargada como un saquito, lo que le infundía una traza de lujurioso repulsivo. Añadid a esto la boca grande, sensual, de labios prominentes, entre los cuales asomaban los raigoncillos de unos dientes denegridos, casi podridos del todo. Salpicaba de saliva en cuanto se ponía a hablar (y) al parecer estaba satisfecho (de su cara)."

En el carácter narcisista de los políticos mexicanos, su nauseabunda realidad es for-mateada por la mercadotecnia electoral para, como lo apunta Sicilia, ser "...reconocidos como individuos superiores, (...y) admirados", y enmascarar la perversidad que se esconde atrás de los rostros maquillados y los decálogos de promesas vanas que lucran con el voto "indigno (de) la miseria que ellos mismos han provocado".

La patología narcisista de los políticos también puede abordarse desde el punto de vista del pensamiento de Kierkegaard. Su inconsciencia les incapacita para verse a sí mismos, induciéndolos a resolver su existencia en la inmediatez, en el poder y en la riqueza que embrutece y obnubila cualquier atisbo de discernimiento.

Esta patología se expresa en la figura del seductor que sólo ve al otro como objeto, como lo atestigua la red de prostitución de la anterior dirigencia del PRI en el Distrito Federal que, hasta ahora, goza de cabal impunidad por parte de las "instituciones".

Los mexicanos somos vistos por los políticos de todos los partidos como objetos de prostitución; somos mexicanos con credencial para "usarse y tirarse" durante cada periodo electoral. ¿Para qué otra cosa sirven las elecciones en este país sino para seguir con "más de lo mismo" y el engaño del sueño de un cambio?

Los políticos no se dan cuenta de su no-libertad, que los ata a lo que depare la inmediatez del día de hoy, porque el día de mañana está amenazado por el más vertiginoso vacío de la nada, de la más absoluta carencia de sentido en una existencia que se les escurre entre las manos atada al poder y la riqueza desmedida.

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