Acervos Soumaya y Blaisten, comparación “odiosa” pero obligada

AutorJudith Amador Tello

Se dice que el coleccionismo en México no tiene una tradición arraigada que busque desinteresadamente impulsar el arte, sin verlo como una inversión o una forma de prestigiarse. Pero cuando se habla del tema, saltan siempre los nombres de Alvar Carrillo Gil y Marte R. Gómez como dos de los excepcionales coleccionistas de principios del siglo XX, cuya afición contribuyó a conformar parte del patrimonio cultural de la nación.

En la actualidad no parece haber muchos que disputen esa categoría a Andrés Blaisten, quien hace cinco años decidió compartir su acervo con el público a través de un convenio con la Universidad Nacional Autónoma de México, y abrió en 2007 el Museo Colección Blaisten en el Centro Cultural Universitario Tlatelolco (CCUT), antes Secretaría de Relaciones Exteriores.

A raíz de las críticas que desencadenó la apertura del nuevo Museo Soumaya, donde se exhibe parte de la colección del empresario Carlos Slim, integrada por 66 mil piezas (Proceso 1798), el nombre de Blaisten se mencionó nuevamente como ejemplo de un coleccionista conocedor del arte, que no acrecienta su acervo porque sí, sino ha delineado con años de trabajo su perfil y busca con dedicación el cuadro que realmente le parece imprescindible.

La crítica de arte Raquel Tibol dijo, en entrevista radiofónica con Carmen Aristegui, que en varias ocasiones ha pedido a Slim cinco minutos para decirle que el arte no se compra “en muchas cantidades” y un buen coleccionista, “digamos Carrillo Gil, Marte R. Gómez, los muy buenos coleccionistas de México, el propio Blaisten, van buscando cada pieza hasta con lupa, con documentación, hasta que dan con ella”.

Entrevistada la semana anterior por Proceso acerca de la colección de Slim, la historiadora de arte Teresa del Conde mencionó también a Blaisten y a su acervo como “la mejor colección de un particular que he visto… A mí me encanta, de ésta podría hablar mucho…”. Consultada por este semanario en 1995, tras un reporte publicado por Art News que incluyó a Blaisten en una lista de 25 coleccionistas mexicanos, la investigadora dijo:

“Debería de estar en un merecido primer lugar… Tiene los mejores Alfonso Michel, María Izquierdo, Tamayo (Naturaleza muerta de 1926, seudometafísica), Fernández Ledesma, cuadros de las Escuelas al Aire Libre, Guerrero Galván” (Proceso 981).

Renuente a las comparaciones, “porque no es justo” para nadie, así como a criticar la colección Slim o el Museo Soumaya, Blaisten afirma que “cualquier tipo de coleccionismo es válido, sobre todo cuando se habla de arte” y no se puede hablar de un factor común pues cada coleccionista es distinto, como diversos son los seres humanos.

Lo importante, dice afable, es la contribución del coleccionismo a la conservación del patrimonio artístico para el disfrute del público y de las siguientes generaciones, así como a la cadena de la distribución del arte, pues un artista produce para que sus obras lleguen a las galerías, de ahí a los coleccionistas y “las buenas obras terminan en los museos” donde el público las disfruta, cerrándose el ciclo.

Tras un recorrido por el Museo Colección Blaisten –guiado por él mismo– cuenta a Proceso cómo ha ido formando su conjunto, desde que estudiaba la licenciatura de Artes Plásticas en la Academia de San Carlos a finales de los años setenta...

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