Acuden a cines para echar pata

GUADALAJARA.- Mientras que restaurantes, iglesias, hoteles, casinos y cines están obligados a cumplir con estrictas medidas de salubridad para operar, en lugares donde se proyectan películas pornográficas se ignoran las medidas sanitarias y hasta se practica el sexo.

Son las 18:30 horas y la Nueva Sala París, en Avenida Juárez 133 del Centro de Guadalajara, empieza a llenarse de hombres.

Un tapete mojado en el ingreso y gel antibacterial en el mostrador son los únicos cambios de uso opcional que adoptó el negocio para hacerle frente a la nueva normalidad que obliga la pandemia.

El ticket de entrada, de 45 pesos, es la única medida obligatoria para poder ingresar a una de las tres salas oscuras con más de 50 butacas, donde se proyectan cintas pornográficas de las 14:00 a las 22:00 horas.

"La mayoría son gays, casi no ves mujeres, las que parecen en realidad son travestis", dice uno de los asistentes.

De los letreros colgados en paredes de uso obligatorio de cubrebocas y mantener 1.5 metros de distancia nadie parece acordarse; entre los asientos de tapiz verde sucio y desgastado, los 15 asistentes de la sala principal empiezan a buscar pareja.

Al fondo de la sala hay un par de sujetos practicando sexo oral y en la penúltima fila, Jessi, un travesti, pide un preservativo para usarlo con un hombre que le pagará 200 pesos por "el servicio".

El resto de asistentes olvidan la película y se aglomeran, en silencio, alrededor del espectáculo en vivo.

"En dinero no me va tan mal, yo...

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