Los afrocariocas sin esperanza de "Plaza París"

AutorColumba Vértiz De La Fuente

La cineasta brasileña Lucía Murat aborda una vez más la violencia, tema que le interesa desde que vivió la detención y la tortura por ser miembro del Movimiento Revolucionario 8 de Octubre en la dictadura de su país. Ahora lo plantea en la ficción Plaza París.

"Es un largometraje sobre el miedo y la paranoia en una relación entre dos personas de diferentes clases sociales, una elevadorista y una psicoanalista. Me parece que el miedo al otro es algo que se extiende en la sociedad brasileña actual. Y sabemos que debido a este miedo ocurren injusticias, agresiones y muertes violentas, como se ve en la película", explica a Proceso la reconocida realizadora también de documentales.

El filme, tras recorrer festivales internacionales y estrenarse en los tres países que lo produjeron (Brasil, Portugal y Argentina), se presenta ahora en salas independientes y culturales y en cineclubes de México.

En 110 minutos se ve a Gloria (Grace Passô), una afrodescendiente que trabaja como operadora de elevador en la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ) y habita en una favela actual, ubicada en Morro de Providência. Debido al abuso sexual que desde pequeña padeció de parte de su padre y por tener un hermano menor narcotraficante en la carcel, desde donde la domina, busca consulta con la psicoanalista Camila (Joana de Verona), joven rubia portuguesa de clase media que llega a la UERJ a cursar su maestría en psicología aplicada.

A partir de las terapias se desarrolla una relación cercana, de efecto contenido; pero las charlas sobre la violencia sufrida por Gloria (quien incluso una vez no llegó al consultorio porque fue torturada por la policía) inquietan a Camila, a tal grado que se siente perseguida. Además, las dos guardan un secreto en su pasado.

Metáfora de la colonización

Murat, nacida en Río de Janeiro en 1949, recuerda que desde hace 10 o 15 años tuvo la idea de Plaza París:

"Yo deseaba trabajar sobre el miedo que padece la clase media en Brasil por la violencia, y las noticias informan como si los necesitados de la periferia fueran los causantes de ello. Este miedo incita a las personas acomodadas a perder la empatía con los pobres, con los miserables. Hace más de una década mi hermana era directora de un centro de terapia universitario a donde acudía gente de bajos recursos.

"Trabajaban con los pacientes muchachas que cursaban el último año de la licenciatura o su maestría. Me comentó que esas chicas, quienes no contaban con mucha...

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