Afromexicanos: La discriminación invisible

AutorTémoris Grecko

Tanya Duarte nació en Mazatlán y creció en la Ciudad de México y en Tepoztlán, Morelos. Una noche de 1999, cuando ella tenía 29 años, en ruta de Cancún a San Cristóbal de las Casas, el autobús de la línea ADO en el que viajaba llegó a una construcción improvisada en medio de la nada, que obstruía la carretera. Agentes de la Policía Judicial Federal subieron al vehículo a revisar a los pasajeros, despertando a los que dormían y encandilándolos con la luz de sus lámparas.

Tanya -una joven de piel oscura y cabello crespo- recibió la orden de bajar. Los agentes le pidieron que se identificara. Primero mostró la credencial para votar con fotografía. No fue suficiente. Ella traía también el pasaporte. Lo examinaron. Pero no les bastó. Tanya sacó entonces el acta de nacimiento; con copia, por si hacía falta.

De cualquier forma se la llevaron. "Tenían unas casitas que habían hecho de lámina de metal. Me encerraron ahí", recuerda. "Y tenían todos mis documentos".

No le ofrecieron la oportunidad de hacer una llamada telefónica.

Sin embargo, no todo estaba en su contra: cuando el chofer del autobús se dio cuenta de que la iban a retener, "se vino detrás de mí, rogándoles, así como dicién-doles: 'No le vayan a hacer nada a mi pasaje, no le vayan a hacer nada a mi pasaje'".

En el cuarto de detención, no obstante, la dejaron sola. Ella se preguntaba si la tratarían como a una migrante indocumentada, si la trasladarían a una estación migratoria para deportarla de su propio país hacia uno extraño; o si, con suerte, la liberarían en la madrugada, para que pudiera adentrarse en la oscuridad de la selva chiapaneca.

Yo estaba paniqueada porque no sabía si ya se había ido el señor, pero el chofer me esperó y pues no pasó nada.

A diferencia de muchos mexicanos, que pueden salir de una situación así mostrando la licencia de conducir, la credencial de elector, la de estudiante o, incluso, la del club deportivo, Tanya es sometida regularmente a mayores exigencias y peores tratos debido a su apariencia africana. Si viaja con un póquer de documentos, no es porque no sepa qué más le van a pedir cuando realice algún trámite, sino porque si falla en presentarlos corre el riesgo de ser expulsada a Guatemala, Honduras, Haití u otra nación, donde, ahí i sí, sería indocumentada.

Como se ve, portar esos documentos no siempre es suficiente. Tanya debe explicar con claridad quién es, qué hace y a dónde va; o saber lo que, según los funcionarios del Instituto Nacional de Migración (INM), todo mexicano conoce de memoria, como el Himno Nacional y los nombres de gobernadores y secretarios de Estado.

El problema -resume Cristina Díaz, una afromexicana nacida en Tuxtla Gutiérrez- es que me tratan como extranjera en mi propio país.

La negación

"Los afros tienen una sonrisa linda. Y, pues, cuando ya es de noche, se les reconoce por sus dientes."

Oliverio Francés juega con uno de los estereotipos más comunes, pero, en su caso, es estrictamente cierto: sonríe e ilumina las penumbras de su casa de dos plantas, ubicada en lo que hace 20 años era un terreno en las afueras de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, que hoy ya ha sido devorado por la ciudad.

Como es Día de Muertos, ha levantado un altar en memoria de su padre: colocó en el centro una foto en la que el finado aparece al lado del cómico Tin Tan -ambos vestidos de pachucos-, así como las portadas de viejos discos de 45 revoluciones. Se trata de "Leopoldo Francés, Zamorita, el artista afromexicano más reconocido en México y en el mundo", precisa.

Oliverio muestra un video en el que se observa cómo un guapo negro baila sensualmente con Brigitte Bardot -entonces de 21 años-, frente a las miradas de hombres blancos visiblemente alterados. La película es Y Dios creó a \a mujer, de Roger Vadim, estrenada en 1956. Hace 61 años, Leopoldo Francés provocaba esa combinación de temor, incomodidad y condescendencia que en pleno siglo XXI sigue alimentando el racismo hacia los afromexicanos.

"En la primera película que vi, Los diablillos de arrabal, de 1938, (mi papá) tenía como 14 años", recuerda Oliverio. "Pero su vida artística empezó mucho antes, a los nueve años, cantando en las calles de la Ciudad de México, en los peseros. Hasta que alguien lo encontró bastante atractivo para hacer algo en el cine".

Fue el primer afromexicano que halló un espacio en la entonces floreciente industria fílmica nacional. Aunque nació en la capital de la República, "tenía que decir: 'No, yo soy cubano'... Sólo así lo reconocían como músico y actor porque dizque aquí no hay afromexicanos".

Tanya Duarte señala: "En México te bajan del autobús no solamente los agentes de (el Instituto Nacional de) Migración, sino también de la Policía Judicial (ahora Ministerial Federal) y los militares".

Y en los frecuentes encuentros de los afromexicanos con estas autoridades es común que les expliquen que el trato diferenciado y el hostigamiento se basa en que "en México no hay negros". Si ellos aseguran que son ciudadanos mexicanos y presentan documentos que los avalen, deben estar cometiendo un delito.

No es extraño que ocurra esto cuando el propio Estado mexicano ha tardado tanto en reconocer su existencia. "En 2015 se contabiliza por primera vez a la población afrodescendiente", explica Ricardo Bucio Mújica, expresidente del Consejo Nacional para la Prevención de la Discriminación (Conapred), "cuatro siglos después de que están viviendo en nuestro país".

En ese año, la Encuesta Intercensal -un ejercicio estadístico nacional que se realiza entre los censos decenales- incluyó una opción inédita en la parte sobre la identidad de los entrevistados: la de considerarse "negra(o)", es decir, "afromexicana(o) o afrodescendien-te" de acuerdo "con su cultura, historia y tradiciones".

Así se hizo el "descubrimiento": 1 millón 400 mil mexicanos se declaran de ascendencia africana. Pero éstos son sólo los que han sido capaces de reconocerla y, además, asumirla...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR