La agonía de la Constitución de Pinochet

AutorFrancisco Marín

VALPARAÍSO.- La institucionalidad política, económica y social construida en la dictadura y consagrada en la Constitución Política del Estado (CPE), de 1980, está agonizando. El estallido social iniciado el 18 de octubre último, detonado por el alza del pasaje del Metro de Santiago, se ha convertido en una revolución ciudadana que ha terminado por poner contra la pared al gobierno del presidente Sebastián Piñera y al conjunto de la clase política.

Como resultado de esto, el jefe de Estado terminó por aceptar que no hay otra alternativa para salir de la crisis que impulsar un cambio a la CPE redactada -entre cuatro paredes- por una comisión constituyente encabezada por el fundador de la Unión Demócrata Independiente (UDI), el abogado Jaime Guzmán.

La decisión la tomó el domingo 10 en una reunión sostenida en la casa del presidente, ubicada en el elegantísimo barrio de San Damián, al oriente de Santiago. En esta cita, además de Piñera y sus colaboradores más cercanos, participaron los presidentes y algunos parlamentarios de los tres partidos que componen la oficialista coalición de derecha Chile Vamos.

"Hemos acordado iniciar el camino, el proceso para avanzar hacia una nueva constitución", señaló a la salida de ese encuentro el ministro de Interior, Gonzalo Blumel.

La circunstancia para hacerlo fue poco solemne, si se considera la magnitud de la decisión, tal vez la más importante que haya tomado un gobierno desde el inicio de la transición a la democracia, en marzo de 1990.

De noche, a la mitad de una callejuela solitaria, flanqueado por políticos derechistas atemorizados ante un proceso histórico que pensaron nunca llegaría, Blumel prosiguió: "Creemos que el mejor camino es trabajar sobre la base de un congreso constituyente".

Aunque suponía un gran avance, esa propuesta del gobierno en materia constitucional restringía el papel de la ciudadanía a la ratificación -mas no redacción- de la nueva carta magna.

En el despliegue del giro en materia constitucional del oficialismo ha sido significativo el rol del partido Renovación Nacional (RN) y, en especial, el de su presidente, el diputado Mario Desbordes.

"Lo que viene es diálogo con las fuerzas políticas y sociales, y, dentro del menor plazo, alcanzar los acuerdos necesarios para una nueva constitución... Ahora hay que escuchar a la ciudadanía", señaló el diputado Desbordes a la salida de la cita con Piñera.

En el encuentro, la presidenta de la UDI, la senadora Jacqueline van Rysselberg-he, se opuso a la posibilidad de un cambio de la constitución. No obstante, cedió tras considerar que después de más de tres semanas de incesantes protestas el país está semiparalizado y la economía hace agua, sin que la represión policial pueda contener la marea social.

Para intentar salvar los muebles, la UDI accedió a entregar la "constitución neoliberal" a cambio del compromiso de Piñera y Blumel para que la nueva ley fundamental sea redactada por el actual parlamento, definido eufemísticamente como "Congreso Constituyente"...

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