Las aguas de la muerte

AutorGloria Reza

GUADALAJARA, JAL.- "Nos están matando, nos están dañando al no parar la contaminación ni sanear el río Santiago ni en el corredor industrial de El Salto y los corredores aledaños", sostiene Jonathan Ruvalcaba Elizondo, vecino de Juanacatlán.

Su casa está en la calle Martha Hernández Loza, en el cruce con Juárez, a tres cuadras del río Santiago -cauce que recibe todas las descargas tóxicas del corredor industrial Ocotlán-El Salto y uno de los ejes industriales más importantes del país-, el principal del estado.

Postrado en su cama desde hace más de tres meses a causa de la insuficiencia renal e infecciones en los ojos provocadas por las letales aguas de ese afluente, el pasado 5 febrero Jonathan recibió la noticia de que es uno de los beneficiarios de las medidas cautelares que emitió la Comisión Intera-mericana de Derechos Humanos (CIDH) para que el Estado -sus tres niveles de gobierno- proteja los derechos a la vida, integridad personal y salud de las personas, a raíz de la contaminación ambiental en el río Santiago y el lago de Chapala.

La protección también es extensiva a los habitantes de El Salto y cuatro poblaciones del municipio de Poncitlán, afectado por los desechos químicos que arrastran esas aguas.

Jonathan insiste en que la autoridad debe actuar ya, pues el 28 de febrero venció el plazo para que el gobierno atendiera las medidas cautelares de la CIDH y con ello mitigar el número muertes, enfermedades y contaminación en ese entorno. Hasta el cierre de edición, el gobernador Enrique Alfaro no había respondido al organismo regional.

El cauce del Santiago es el más contaminado en el país y el segundo en importancia de la vertiente del Pacífico.

Dentro del corredor Ocotlán-El Salto se contabilizan al menos 300 industrias, con diversos giros como metalurgia, química y farmacéutica, metalmecánica, electrónica, automotriz, alimentos y bebidas. Estudios y documentos oficiales y académicos revelan que la mayoría descargan aguas residuales que incumplen los parámetros que marca la norma.

Estadísticas mortales

Jonathan Ruvalcaba se sumó a la estadística de los cientos de ribereños afectados por la contaminación del río Santiago. El 16 de noviembre pasado comenzó con vómito, que nadie ha podido curar. "Me quemo", grita cuando siente los ardores en la boca del estómago.

Jonathan era asesor de servicio a clientes en una compañía aérea. Tuvo que renunciar cuando comenzó a sentirse mal. Pensó que su malestar era provocado por el estrés.

Su familia ha gastado alrededor de 100 mil pesos en análisis clínicos, pago a especialistas y compra de medicamentos y ahora se encuentra endeudada, desesperada porque Jonathan no se cura.

Al principio le dijeron que se trataba de una infección; después, que era gastritis. Una biopsia dio positivo a la bacteria helicobacter, por lo que se sometió...

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