Ahogado de la risa

Ahí tienen que un sujeto llega al consultorio médico con un gran problema...

- Doctor... fíjese que creo que tengo un problema de eyaculación precoz.

- ¿Cómo lo sabe?- pregunta el galeno.

- Pues es que apenas empiezo a hacerlo con mi mujer cuando ya siento que termino... ¿Qué puedo hacer?

-Lo que debe hacer es muy sencillo- dice el médico- cómprese una pistola y cuando esté haciéndolo y sienta que va a acabar, dispare...

- ¿Y eso para qué doctor?

- Es que con el susto- explica el médico- se le va a olvidar el problema y va a poder continuar en el acto.

El hombre le agradece, le paga y sale del consultorio.

Pasados dos meses, el doctor se encuentra al hombre en la calle...

- ¿Que pasó con usted?- dice el doctor- ¿siguió mi consejo?

- Pues sí, doctor... y me fue de la chingada.

- ¿Por qué?- pregunta el médico extrañado.

- Es que me estaba aventando un 69 con mi esposa y, cuando sentí que ya iba a terminar, que suelto un disparo con el arma y mi esposa, del susto, me muerde un huevo y se caga en mi cara...

- No me diga.

- No, y eso no fue lo peor- continúa el paciente- para terminar de fregarla, salió un cabrón encuerado del clóset suplicando: "¡NO ME MATE! ¡NO ME MATE!"

····

Resulta que una pareja de novios daba un paseo romántico por el campo. Los deseos amorosos de él aumentaban conforme se internaban entre los árboles. Justo cuando su lujuria llegaba al máximo y comenzaba a arrimársele a su noviecita, ella lo interrumpe:

- Espero no te moleste, pero tengo ganas echarme una meadita.

- Está bien- dice él un tanto sorprendido por la vulgaridad- ¿por qué no te vas detrás de estos arbustos?

Ella asiente y desaparece detrás de la maleza.

Mientras él la espera, puede escuchar el sonido de los calzoncitos de nylon deslizándose por las suculentas piernas de su novia y se imagina todo aquello que está quedando expuesto.

Incapaz de contener un segundo más sus instintos animales, el tipo introduce su brazo a través de los arbustos y toca la pierna de ella. Suavemente sube la mano más y más, hasta que, horrorizado, agarra algo largo y grueso que colgaba entre las piernas de su nena.

- ¡Por Dios!-...

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