Ahogado de la risa

Una mujer y un hombre estaban sentados juntos en la barra de un bar ahogando sus penas. El sujeto se voltea y le pregunta a la dama por qué estaba deprimida.

- Mi esposo me acaba de dejar- comenta ella- dice que soy una degenerada en la cama.

- ¡Qué coincidencia!- dice el tipo- Mi mujer me acaba de dejar también y resulta que era demasiado degenerado para ella.

Los dos siguen platicando durante un rato y, viendo que tenían tanto en común, salen del bar y van a la casa de la mujer para darle vuelo al degenere.

- Dame diez minutos- le dice ella al llegar a la casa- quiero ponerme algo más cómodo.

La dama se mete al baño y se pone un atuendo de cuero negro, botas al muslo, látigo y demás parafernalia.

Cuando sale del baño, el sujeto se estaba poniendo su saco y a punto de irse.

- ¿Qué pasó?- pregunta ella- pensé que íbamos a darle paso al degenere...

- Bueno- dice él- acabo de cogerme a tu perro y de cagarme en tu bolsa... creo que ya terminé... sale... bye...

···· Ahí tienen que una monja aborda un taxi en Ciudad Neza. Luego de unos minutos el chofer comienza a verla en forma lasciva a través del espejo retrovisor.

La religiosa se da cuenta y le pide una explicación.

- Hermana...- dice el taxista- tengo una inquietud pero no quiero ofenderla.

- Hijo mío, no me ofenderás, tantos años he sido monja que creo que ya lo escuché todo. Estoy segura de que no hay nada que puedas decirme o hacer que pueda ofenderme.

- Discúlpeme hermana- dice el taxista- pero una de mis más grandes fantasías sexuales es hacerle el amor a una religiosa.

- Quizá pueda hacer algo al respecto- dice la monja- pero tengo tres condiciones: debes ser soltero, debes ser católico...

- ¡Sí!- grita el taxista emocionado- soy soltero y soy católico ¿cuál es la tercer condición?

- Pues que de tomarme, lo debes hacer por detrás, porque debo permanecer virgen hasta la muerte.

- Está bien, hermana.

- Párate en aquel callejón- ordena la religiosa.

El taxista se detiene, ambos se bajan de coche y el chofer satisface su fantasía.

Al subir al taxi, el conductor se pone a llorar.

- Pero, hijo ¿por qué lloras?

- Perdóneme, hermana... he...

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