Ahogado de la risa

Resulta que un tipo, harto de la vida en la Ciudad, decide vender todas sus propiedades para comprar un terreno enmedio de la nada. Ya instalado, el tipo recibía el correo cada 15 días, y provisiones cada mes, así es que todo era paz y quietud.

Pasaron entonces seis meses de soledad, cuando, al terminar de comer, el tipo escucha que alguien tocaba a su puerta. El sujeto abre y se encuentra a un ermitaño.

- Me llamo Vinicio -dice el ermitaño- soy su vecino, vivo a 10 kilómetros de aquí. Voy a tener una fiesta el sábado y quisiera que viniera.

- Claro que sí -dice el tipo- después de seis meses viviendo aquí estoy listo para conocer a mis vecinos.

Cuando el ermitaño ya se retiraba, se detiene y voltea.

- Debo advertirle que habrá mucho alcohol en la fiesta.

- No importa -dice el sujeto- yo solía visitar tres o cuatro bares a la semana cuando vivía en la Ciudad.

- Y es que también habrá golpes -dice el ermitaño.

- Tampoco es un problema -dice el ex citadino- yo solía practicar boxeo en el gimnasio y me gusta enfrascarme en una buena gresca de vez en cuando.

- Y al final siempre hay sexo salvaje durante toda la noche -dice el ermitaño.

- Mejor... recuerde que ya llevo seis meses aquí y no he tenido contacto con mujeres desde entonces- dice el tipo.

Cuando se despedían, el ex citadino le pregunta al ermitaño:

- Oiga, ¿y cómo debo vestirme para la fiesta?

Y el señor de abundante barba le dice:

- Como quiera... sólo seremos usted y yo.

····

Una cantina estaba a reventar cuando, de pronto, uno de los clientes se levanta, señala a un joven que estaba sentado en la barra y le grita:

- ¡Tu madre tiene las mejores nalgas de toda la Ciudad!

Todos los que estaban en la cantina esperaban el inicio de...

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