Ahogado de la risa

Con este clima, ¿a quién no se le antoja comerse algo húmedo y caliente? Para las damas que satisfacen esta necesidad básica, van estos chistes de... tamaleras.

Un hombre estaba acostado en su cama con una enfermedad terminal y le quedaban pocas horas de vida. De repente, huele el aroma de los tamales recién hechos, calientitos. Para él no había nada mejor en el mundo que los tamales de Chepa, su mujer.

Haciendo un esfuerzo sobrehumano, baja las escaleras y, dirigiéndose al comedor, empieza a percibir el vapor que lleva el aroma a masa de maíz, carne de puerco y salsa que desde la cocina emanaba.

Llega hasta la mesa de madera donde se encontraban extendidos los suculentos tamales y toma uno, viendo que sus esfuerzos habían valido la pena, cuando, repentinamente, siente un fuerte golpe en la cabeza que merma sus facultades y lo hace presa de la debilidad en sus piernas.

Tratando de no desplomarse en el suelo hace por voltear la vista, alcanza a ver a su mujer con un cucharón de hierro en la mano, diciéndole:

-¡Ni se te ocurra pendejo! Son para el velorio.

........

Iba una empanada manejando a toda velocidad, cuando de repente choca y de inmediato llega la ambulancia. El paramédico la revisa y exclama:

-¡Está mal, está mal!

La empanada contesta:

-¡No soy tamal, soy empanada!

......

Una cojita llega con una vendedora de tamales y le pregunta:

-¿De qué son los tamales señora?

-Hay verdes, rojos, de dulce... Usted escoja.

Le tira la olla y muy enojada le contesta a la tamalera:

-¡Usted chingue a su madre!

......

-¡Papá, cómprame un tamal!

-¡No!

-Por favor...

-Ya te he dicho mil veces que no.

-¿Por qué nunca me compras uno?

-¡Por que yo quería que fueras médico...

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