Ahogado de la risa

En el mundo de los locos todo puede parecer normal, pero lo que ellos no saben es que para los cuerdos puede ser de lo más gracioso.

En una ocasión se encontraron tres locos en un desierto. Llevaban varios días de recorrido y no habían encontrado nada para comer y mucho menos para beber. Después de cinco días, los tres locos encontraron un coche viejo en medio del desierto, uno de los locos pregunta:

- ¿Para qué nos puede servir este coche?

El segundo le contesta:

- Yo no sé, pero tiene que servir para algo.

A lo que el tercero le responde:

- Yo me voy a llevar un asiento para sentarme cuando me canse.

Le dice el segundo:

- Yo me voy a llevar el radiador para tomar agua cuando tenga sed.

El primer loco dice:

- Pues, yo me voy a llevar una puerta.

Y los otros locos le dicen:

- ¿Una puerta? ¿Y para qué?

A lo que el primer loco le contesta:

- ¡Para bajar los cristales cuando tenga calor!

Andaban un par de locos caminando por la ciudad y uno le pregunta al otro:

- ¿Cuántos locos crees que hay caminando sueltos por la calle?

A lo que el otro responde:

- A mí me da igual, ¡como soy invisible!

Dos locos se encuentran en el patio de un manicomio. Uno de ellos le enseña el puño cerrado al otro y le dice:

- ¿A que no adivinas qué tengo en la mano? - Mmm... ¡un elefante!

El del puño cerrado pone cara de fastidio y replica:

- Le atinaste...

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