Ahogado de la risa

Los elementos de las fuerzas armadas, aunque son toda seriedad y sobriedad, tienen algunos destellos de gracia. Al menos, eso es lo que se ve en estas anécdotas.

Un día el capitán le dice al soldado:

- Le han mandado una carta en blanco, soldado.

El soldado responde:

- Es de mi mujer.

- ¿Cómo lo sabe usted?

- Porque se enfadó y no nos hablamos.

Un soldado le dice a su cabo:

- Señor, no cabo en la trinchera.

- No se dice "cabo", se dice "quepo", soldado.

- Sí, mi quepo.

Un hombre está haciendo el examen para entrar en la marina:

- A ver, ¿cuántas anclas tiene un barco?

- Mmmmmm... pues tiene once, señor.

- ¿Once? ¿Está usted seguro de eso?

- ¡Por supuesto señor! Por eso siempre dicen "eleven anclas".

- Capitán, capitán. ¡Nos hundimos!

- Ya lo sé marinero.

- ¿Y no va a hacer nada?

- Estamos en un submarino, imbécil.

- Capitán, capitán. ¡Ahí vienen los indios!

- ¿Pero son amigos o enemigos?

- Creo que son amigos porque vienen todos juntos.

El sargento llevaba a la tropa a una marcha forzadísima de kilómetros y kilómetros.

- ¡Uno dos, uno dos, uno dos!

Desde el fondo de la fila un soldado repetía:

- ¡¡¡Eso es, eso es, eso es!!!

- Pero ¿qué le pasa, soldado? Estamos hechos polvo y usted encima lo animas.

- ¡No, no! Si lo que...

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