¿Y ahora qué?

AutorMarta Lamas

Hace unas semanas Gregorio Mara-ñón y José Juan Toharia publicaron un artículo (El País, 13 de mayo de 2012) sobre la importancia suprema del consenso, donde argumentan que una urgente tarea que los gobernantes y la oposición deben emprender para afrontar la situación política con altura de estadistas es justamente el pacto político. Ellos establecen una diferencia entre el acuerdo político serio y los pactos "oportunistas", y denuncian que se ha perdido el hábito de la transacción. Los autores usan la metáfora de un avión para hablar de su país y dicen que si el avión sufre una importante avería en pleno vuelo, "¿qué puede sentir el pasaje si ve al piloto y al copiloto enzarzarse ante ellos en descalificaciones mutuas, responsabilizando cada uno al otro de la inminente catástrofe, en vez de buscar, juntos, formas de evitarla?".

Esa imagen también sirve para hablar de lo que nos pasa aquí: Todos los habitantes de México vamos en el mismo avión, y si se cae, sucumbiríamos todos, los que votaron por EPN y los que no votamos por él. Aunque dentro del avión se encuentren distintas posturas ideológicas y políticas, y aunque lo tripule una sola de ellas, todas las personas compartimos la misma suerte del aparato en que estamos volando: Avión = Nación.

El destino de México nos concierne a todos, sin importar por quién hayamos votado. Indudablemente hay temas sobre los que hoy es imposible ponerse de acuerdo, como el de despenalizar el aborto en todo el país, pero en cambio hay otros -como la reforma a nuestro sistema político, llevar a buen puerto la lucha contra la corrupción y la impunidad, o la ampliación y fortalecimiento del sistema de seguridad social- en los que todos anhelamos acuerdos porque nos beneficiarían por igual, independientemente de a quién hayamos otorgado nuestro voto.

Si una vida política más democrática requiere que nuestros gobernantes y representantes políticos sean interlocutores productivos en vez de estériles adversarios, ¿por qué es tan difícil que razonen y discutan hasta ponerse de acuerdo en una decisión admisible para las distintas partes? Se me dirá que no es posible acordar con quienes hicieron uso indebido de recursos y medios en estas elecciones. Indudablemente que es difícil hacerlo, pero también es indispensable para que el país supere el trance en que está. A reserva de que la revisión de actas ratifique o descalifique el resultado provisional que hay por el momento, me parece que existe un problema de otro...

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