De Alfonso Huanosta Tera

Señor director:

Los lectores que hemos aprendido de los cuidadosos análisis que frecuentemente nos regala esta publicación estamos agradecidos. Admiramos la valentía de quienes abordan temas peligrosos por los intereses y corruptelas que develan. Porque enarbolan la antorcha de honestidad periodística que encendió Don (con D) Julio Scherer García, sabemos que los periodistas de esta casa editorial pueden jugarse la vida para que sus lectores, nosotros, nos enteremos de los escabrosos y sucios vericuetos por los que transitan las estructuras de poder del Estado mexicano: los nocivos cárteles políticos, la embustera y camaleónica jerarquía católica, los ambiciosos y deshonestos dueños del dinero, las corruptas mafias en que se han convertido grandes sectores de la estructura administrativa estatal.

Nosotros, privilegiados usufructuarios del trabajo de quienes hacen Proceso, sólo podemos dar las gracias por la gran entrega de honestidad y coraje que ponen en práctica. No hay duda, esta revista ha impulsado fuertemente la adquisición de cultura política en quienes la leemos.

Ahora quiero plantear una reflexión. Supongamos que, desde su creación, este semanario ha reclutado un millón de lectores. Ni siquiera 1 % de la población del país. Aun así, con esa escasez de gente concientizada, se han emprendido desiguales luchas en la arena sociopolítica de México. Y, digamos, la sociedad ha ganado algunas. O el poder político nos ha hecho creer eso. Y, si nos engaña, tal vez sea porque nuestra...

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