Alonso Lujambio

AutorErnesto Villanueva

Primero. En las últimas semanas he dedicado mis colaboraciones a esta simbiosis entre enfermedad y poder. No me voy a repetir a mí mismo (se pueden consultar mis textos Enfermedad y poder y Sobre el "oasis" michoacano en las ediciones 1866 y 1868 de Proceso), pero con Alonso Lujambio se puede advertir cómo la ausencia de socialización del conocimiento, la colusión y la doble moral se han convertido en una cortina de humo que nos dificulta ver un poco más allá de la nota informativa "cuidada" por razones de una ética anclada en la simulación.

Las declaraciones de Lujambio son dignas de un análisis que no debiera ser pasado por alto. Ha afirmado: "La verdad es que es una enfermedad difícil, pero aquí estoy con mis hijos y con mi esposa; estuvimos ocho meses en Estados Unidos y probamos todo lo habido y por haber" (Reforma, 29/08/2012). Hay varias interrogantes que aún no tienen respuesta: ¿Por qué el gobierno federal dispuso del erario el pago de los mejores médicos en Estados Unidos con el fin de que el exsecretario de Educación pudiera probar "lo habido y por haber" para tratar su enfermedad? ¿Por qué en su traslado se utilizó una aeronave de la Fuerza Aérea Mexicana? ¿Cuál es el fundamento legal utilizado por el gobierno de Calderón para distinguir entre un seguro de gastos médicos mayores -que generalmente sólo acepta urgencias en el extranjero- y la cobertura especial, si ese fuera el caso, con Lujambio? ¿Cómo justificar que Lujambio debe tener la mejor atención del mundo, y las personas de a pie el "seguro popular" de Calderón? Hasta ahora no hay respuesta alguna. Sólo un silencio cómplice.

Segundo. Alonso Lujambio no dejó lugar a dudas sobre su situación médica. Distintos medios coinciden en señalar que "en silla de ruedas y con un parche en el ojo derecho, detalló que el cáncer le afectó el sistema nervioso central, lo que provocó que empezara a ver doble, motivo por el cual tuvo que recurrir a este aditamento para evitarlo".

(http://ww2.noticiasmvs.com/noticias/ na-cionales/se-registra-alonso-lujambio-como-senador-221.html).

Pareciera loable la sinceridad de Lujambio al hablar de su estado de salud, pero en realidad demuestra no saber que su propia circunstancia le debiera impedir ejercer un cargo de representación popular. ¿Qué médico en su sano juicio podría sugerir que el ejercicio de un cargo público es un aliado para combatir el cáncer? La sociedad tiene derecho a tener "gobernantes sanos" (The New York Times dixit). Ahora no...

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