El Altiplano se deshace de testigos

AutorJorge Carrasco Araizaga

"¡Joaquín. Joaquín!", gritaban desde sus celdas los compañeros de Joaquín El Chapo Guzmán Loera. No hubo respuesta. Lo volvieron a llamar por su nombre, pese a que prácticamente no hablaba con los otros internos.

"¿Por qué no contestas?", preguntó uno, al ver el movimiento inusual en el área de Tratamientos Especiales, donde están los internos de alta peligrosidad del Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) número 1, El Altiplano.

-Se desmayó, pero ya está bien -intervino un custodio que se había dirigido a la celda 20, la asignada a Guzmán y de la cual nunca fue movido.

-¿Pero por qué no habla? -insistieron algunos internos, entre los cuales había quienes, afuera, eran enemigos del narco-traficante sinaloense.

-Ya se levantó. Se está recuperando -dijeron los custodios en un intento de controlar a los inquietos presos, atentos a los inusuales movimientos que ocurrieron la noche del pasado 11 de julio.

A la llegada del custodio siguió la de efectivos de la Policía Federal asignados al penal y quienes reportaban al entonces jefe de inteligencia de esa corporación, Ramón Eduardo Pequeño García.

Momentos después, guardias de seguridad se colocaron afuera de las dos hileras de celdas del área de Tratamientos Especiales. A los reos les quitaron sus televisores, los cuales podían tener por autorización del Consejo Técnico Interdisciplinario del Cefereso. Se quería impedir que en las alertas informativas de la televisión abierta supieran que su vecino se había fugado.

Pero varios de ellos -quienes contaron a sus familiares lo que vivieron ese día- ya tenían semanas de escuchar ruidos inusuales en su área de confinamiento. Día y noche. Y lo declararon ante el Ministerio Público de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada, de la Procuraduría General de la República (PGR).

Hoy, quienes atestiguaron lo que pasó en torno a la segunda fuga del Chapo ya no están en El Altiplano.

El miércoles 30 de septiembre, efectivos de Marina ingresaron de madrugada al penal. Se dirigieron al módulo 1, donde habían sido reubicados los internos de Tratamientos Especiales mientras se refuerzan los pisos de aquella área con planchas de cemento, luego de que, según la versión oficial, El Chapo se evadió por un túnel desde el baño de su celda.

El Altiplano amaneció ese día tomado por fuerzas federales. Sus puertas estuvieron cerradas toda la mañana y parte de la tarde. Ni los trabajadores de limpieza ni los de cocina pudieron entrar. Menos los familiares y abogados de los procesados y sentenciados.

Durante horas helicópteros de la Marina y del Ejército sobrevolaron el penal, mientras seis unidades de transporte de tropas fueron apostadas a la entrada y los alrededores del penal.

Entre los familiares y los abogados había temor de que se tratara de algún fallecimiento, resultado de la huelga de hambre que algunos internos protagonizaban en protesta porque las autoridades ahora encargadas del penal les retiraron, el pasado 18 de septiembre, televisores y relojes, además de aumentar los controles...

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