Alzheimer y elecciones

AutorJavier Sicilia

A principios del siglo XX Charles Péguy, uno de los más altos escritores espirituales de Francia, escribía con asombro y espanto: "Nada es más viejo que el periódico de ayer". Un siglo después habría que decir que nada es más viejo que el Twitter de hace dos minutos. La velocidad, al igual que sucede con el alzheimer, no sólo desplaza el ayer, desplaza el instante presente convertido en ayer, sumergiéndonos en la vertiginosidad del caos: un mundo sin relaciones ni vínculos.

Las elecciones que ocupan la noticia en la mayor parte de los medios y del discurso público son un buen ejemplo de ello. Todo sucede como si realmente viviéramos en un país con condiciones democráticas, donde el problema a vencer es sólo la corrupción del gobierno en turno. Tragados por la velocidad de esa noticia que se esparce por los medios y las redes como un incendio, las fosas, las desapariciones, los asesinatos se sumergen en la desmemoria -no importa que en el momento en el que escribo y en el que alguien me lee, estén siendo asesinados, desaparecidos, desmembrados, algunos; eso fue noticia ayer y hoy es olvido-; no importa tampoco que vivamos desde hace varios años en un estado de excepción y que se busque legalizarlo mediante la Ley de Seguridad Interior que se discute en el senado -esa cuestión ya tuvo su momento noticioso y a muy pocos interesa; importa mucho menos que el problema que nos aqueja sea sistémico y de una complejidad que exige diagnósticos y soluciones profundas. El tema son las elecciones y quién las ganará. Pero en la realidad -allí donde el alzheimer social no se ha apoderado de la vida social y política- todas aquellas cosas cuentan y la pregunta es oportuna: ¿realmente podemos hablar de elecciones en un país así?; ¿lo que estamos viviendo es un momento democrático en la historia de esta nación o simplemente es un extravío, una desorientación política y vital, parte del caos en el que nuestras vidas deterioradas sobreviven?

En estricto sentido, en el sentido de la salud social y política, no puede haber elecciones donde hay una guerra civil lar-vada por un estado de excepción donde hay cientos de miles de asesinados, de desaparecidos, de desplazados y de fosas, donde -en el momento en el que escribo y en el que alguien me lee- están asesinando o desapareciendo a alguien, donde los cadáveres se amontonan en los Se-mefo sin protocolos forenses y terminan desaparecidos en las fosas comunes de las fiscalías, donde el arrasamiento de los...

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