Amanecimos (YEl Chapo seguía allí)

AutorDenise Dresser

Y pocos lugares reflejan tan bien este reto como Guadalajara. Una ciudad en disputa. Una plaza que distintos bandos pelean por controlar. Una zona que los cárteles se empeñan en disputar. Un microcosmos magistralmente retratado en el artículo de William Finnegan en The New Yorker titulado Los capos: la pelea por Guadalajara. Donde, dos días antes de la Feria Internacional del Libro, 26 cuerpos fueron depositados bajo los Arcos del Milenio. Con huellas de tortura, con narco-mantas firmadas por Los Zetas, con todas las señales de ser un reto al predominio del Cártel de Sinaloa. "Estamos en Jalisco y no nos vamos", anunciaron Los Zetas. "Esto es prueba de que estamos metidos hasta la cocina", señalaron. Han arribado para disputar el control del mercado, remarcaron con su atrocidad.

En México -señala Finnegan- con frecuencia es imposible saber quién está detrás de algo: una masacre, una candidatura, un asesinato, la captura de un capo, el "descubrimiento" de un acto de corrupción de alto nivel. La verdad suele ser demasiado difícil, o demasiado fluida, o demasiado compleja para definir, o permanece en manos de quien está encargado de manipularla. Esto explica por qué una ciudad en manos de un grupo criminal internacional, como lo es el Cártel de Sinaloa, sigue siendo un refugio de la alta literatura y la viabilidad comercial legítima. Ambas descripciones son ciertas y ambas realidades se encuentran bajo el acoso de Los Zetas. Guadalajara -como muchas otras zonas del país- es territorio asediado.

Guadalajara evidencia los costos de una estrategia que, en lugar de reducir la violencia, ha contribuido a exacerbarla. El asesinato en 2010 de Ignacio Coronel, El Rey del Cristal, trajo consigo el fin de la paz precaria que había caracterizado a la plaza. Los Zetas han tratado de llenar el vacío aliándose agresivamente con grupos locales descontentos con el Cártel de Sinaloa. El número creciente de cuerpos ha sido la forma de mandar mensajes. Si a un cadáver le falta un dedo, significa que señaló a alguien; si le faltan las piernas, significa que se cambió de grupo; si le falta la lengua es porque dijo algo que no debía; si le falta una mano, era ladrón.

Ahora el PRI regresa al poder, en gran medida impulsado por los intereses que benefició. Pero vuelve a un contexo en el cual no hay sólo unos cuantos cárteles con los cuales pactar o negociar. La estrategia cal-deronista de captura de capos ha llevado a la fragmentación, a la dispersión, al surgimiento...

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