Para Amazon ya no eres nadie

Señor director:

Y además la maltrata. La abandona. La doblega. La humilla.

La historia: Intento comprar un producto pero la empresa suspende mi cuenta -así, de manera unilateral y ventajosa. El argumento: motivos de seguridad relacionados con la tarjeta de crédito. Digamos que comprendo. Y recibo correos, atiendo explicaciones, indicaciones. Me aplico. Obedezco, cumplo. ¿Solución? Ninguna.

Nada sirve. Llegan correos, uno tras otro llegan. Los mismos correos que ya respondí no dejan de llegar. Hago llamadas. Cuento la misma historia a millennials que todo lo entienden y todo lo lamentan pero nada resuelven.

Pasan los días... La cuenta sigue bloqueada. Amazon sigue bloqueado. Su cerebro global, bloqueado. Bloqueada su capacidad alternativa para desanudar bucles. Bloqueado cada muchacho sabelotodo encaramado en el pedestal de su Dios Bezos, el del ojito gacho.

¿Qué hacer entonces tras esta semana de pesadilla?, pregunto. Que mande datos del estado de cuenta de la tarjeta. Los mando... Que envíe el número de teléfono registrado en el banco emisor-otro semental estéril, Bana-mex- de la tarjeta. Envío un número, envío otro... El banco emisor le pide a su vez al titular de la tarjeta presentarse en la sucursal si es que éste quiere rescatar el número legendario de teléfono con el que registró el crédito durante la primera infancia, como lo exige Amazon para desbloquear la cuenta.

Más correos. Más complicaciones, más absurdos, más enojo. Exijo que mejor...

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