La amistad epistolar Camus-Martin du Gard

AutorAnne Marie Mergier

Para don Julio Scherer García, apasionado lector de Martin du Gard y Camus

PARÍS.- El primer contacto personal entre Roger Martin du Gard y Albert Camus se dio el 4 de diciembre de 1944 a iniciativa del autor de Los Thibault.

"Querido Albert Camus -escribió Roger Martin du Gard- (Tenemos suficientes amigos comunes como para tener la libertad de semejante familiaridad, ¿no es cierto?). Permítame presentarle mi solicitud inspirada por la única crítica que puedo hacer a Combat."

El 23 de diciembre, contestó Camus: "Querido amigo. Sí, nos conocemos desde hace mucho tiempo. Y sobre todo lo conozco a usted desde hace mucho tiempo."

Así de sencillo fue el inicio de una amistad delicada y tierna, llena de admi-ración y respeto recíprocos que duró 14 años, hasta la muerte de Martin du Gard el 22 de agosto de 1958, dos años solamente antes de la desaparición trágica de Camus, el 4 de enero de 1960.

En 1944 Roger Martin du Gard tenía 63 años y Albert Camus escasos 31. El primero era un escritor «consagrado», galardonado con el Premio Nobel en 1937 por su densa obra literaria en la que destacan los once tomos de la famosa saga de Los Thibault.

El segundo era una estrella literaria en ascenso que acababa de publicar El extranjero y El mito de Sísifo.

No se sabe a ciencia cierta cuándo Camus leyó Los Thibault, obra monumental a la que Martin du Gard dedicó 20 años de su vida y cuyo último tomo, Los Thibault:

El epílogo, fue publicado en 1940, tres años después de la obtención del Nobel. Pero el profundo interés que le inspiró puede medirse en el texto magistral que escribió en 1957 para el prefacio de las Obras Completas publicadas en la prestigiosa colección de La Pléiade de las ediciones Gallimard. Entre otros comentarios sobre su obra literaria, Camus recalcó:

Los Thibault finalizan con el diario del médico enfermo y la muerte del protagonista. Una sociedad se apresta a desaparecer junto con él; pero lo que importa es saber lo que un individuo generoso puede trasmitir del mundo antiguo al nuevo. Los grandes desbordamientos de la historia cubren los continentes y los pueblos, luego se retiran y los sobrevivientes sacan la cuenta de lo que falta y lo que perdura.

Los amigos comunes de ambos eran Jean Paulhan, Marcel Arland y André Mal-raux, distinguidos integrantes del grupo editorial Gallimard con el que colaboraba el joven autor de El extranjero.

El favor que pedía Martin du Gard en su primera carta a Albert Camus era muy prosaico: el escritor solía recortar y guardar en un fólder los editoriales que Camus publicaba en el diario Combat. Le fascinaban estos escritos. Pero los diseñadores del diario no los sacaban completos en una sola página. Había que buscar el sigue... volver a cortar... Eso complicaba su tarea de archivista. Por lo tanto pedía a Camus que cambiara la diagramación de sus editoriales.

Camus contestó que iba a hacer lo máximo para satisfacerlo y aprovechó la oportunidad para proponerle que colaborara en Combat. No cambió el diseño. Martin du Gard nunca colaboró ahí. Pero una gran amistad acababa de nacer.

Poco conocidos fueron estos lazos fraternos que empezaron siendo epistolares y se consolidaron al filo de los años a lo largo de ricos encuentros, algunos en París y otros en el sur de Francia. Menos conocida fue su correspondencia que Gallimard publicó el pasado mes de septiembre con motivo del centenario del nacimiento de Albert Camus.

Profesor emérito de la Universidad de Toulouse Le Mirail y exégeta de la obra de Roger Martin du Gard, Claude Sicard juntó las cartas que se escribieron, las comentó con suma inteligencia y firmó además el erudito prefacio de ese epistolario.

Según explica el catedrático, a pesar de la gran diferencia de edades ambos escritores tenían mucho en común: compartían las mismas convicciones hu-manistas, la misma desconfianza visceral para con las ideologías y el dogmatismo, la misma lucidez desencantada sobre la dureza de su época.

Cada vez más solitario, Martin du Gard vivía bastante apartado del mundo intelectual parisino. Alternaba temporadas en su casa de Bellême (Baja Normandía) y otras cerca de Niza. Visitaba poco la capital, pero cada vez que lo hacia contactaba a Camus. Eran legendarias su amargura y su misantropía. Ya no se sentía a tono con su tiempo.

Sicard cita una...

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