El amor, vínculo vida-poesía de Cardenal
Autor | José Vicente Anaya |
El poeta es sacerdote", aseguró Novalis, como un atributo para todo poeta, aunque suponemos que específicamente aplicado a los de su generación romántica. Si bien es interesante esa aseveración, Novalis no se estaba refiriendo a los sacerdotes poetas como san Juan de la Cruz o san Bernardo, y nosotros no vemos en esa idea a los modernos Lanza del Vasto o Thomas Merton, en quienes encontramos otras características muy particulares, sobre todo la convicción de que la vida y la poesía están regidas por el amor en todas sus acepciones.
"Todo aquel que no ama sigue estando muerto" (san Juan, 3:14). Esa importancia del amor como vínculo principal entre vida y poesía está en el sacerdote católico Ernesto Cardenal desde sus primeros momentos de creador.
Meister Eckhart (1260-1328) —-indudable poeta, filósofo, místico, teólogo, sacerdote católico— en sus tratados disertó muchas veces sobre el amor como una entrada a la meditación profunda que puede llevar a fundirse con el Uno -Dios-, la Unicidad, es decir, el sentido fundamental de re-ligarse, de ser Uno con el Todo. Es la experiencia que san Juan de la Cruz confirmó con sus muy celebrados versos: "Entréme donde no supe/ y quedéme no sabiendo,/ toda ciencia trascendiendo..."
Ernesto Cardenal vivió esa experiencia y nos la cuenta en su libro Vida en el amor, también la comenta más tarde en sus Memorias I: "El sábado 2 de junio [de 1956] al medio día, a la hora de la boda... me sentí abatido hasta el fondo del abatimiento. Lo que yo sentía es lo que expresa aquel salmo llamado De profundis clamabo..."
(...) Había dicho que se trata del amor en todas sus acepciones, y así mismo lo ha expresado Cardenal: "Todos los apetitos y las ansias del hombre, el comer, el sexo, la amistad, son un solo apetito y una sola ansia de unión de unos con otros y con el cosmos." El poeta monje trapense, gran pensador moderno, maestro, amigo y cómplice de Cardenal, Thomas Merton, tuvo semejante opinión: "Amar es ciertamente una intensificación de la vida, una forma de lo completo, de la plenitud, de la vida en su totalidad."
El amor terrenal, carnal, el amor a las mujeres, no estuvo ausente en la vida y obra de Ernesto Cardenal; así, en sus Memorias I hizo un recuento de sus mujeres amadas: Claudia, Myriam, Meche, Conchita, Ileana, Martha, Adelita; a esta última la recuerda incluso en su ultimo extenso poemario: "Yo he dicho de ella en el Cántico cósmico que sus ojos eran de color de uva moscatel o a veces color océano en alta mar y entre verde y azul tierno".
Aquellas muchachas no sólo apasionaron al joven...
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