Análisis sobre Narcos: México. La hegemonía estadunidense en la industria cultural mexicana

AutorOswaldo Zavala

La serie responde narrando el supuesto inicio de la "guerra contra las drogas", cuando los traficantes sinaloenses Miguel Ángel Félix Gallardo, Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca Carrillo, junto a la oligarquía político-empresarial del país, organizaron un "imperio" criminal durante la década de 1980 que, entre otras cosas, terminó por secuestrar, torturar y asesinar al agente de la Drug Enforcement Agency (DEA) Enrique Kiki Camarena. Pero en el contexto de la transición política con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, el fenómeno cultural que suscita Narcos: México es sintomático de la persistente narrativa hegemónica sobre el tráfico de drogas que ha justificado la militarización de nuestro país con resultados catastróficos: más de 250 mil asesinatos y más de 30 mil desapariciones forzadas en los últimos 10 años.

Esa misma narrativa reaparece en películas, novelas, música, arte conceptual y, por supuesto, en series televisivas, como

Narcos, y ha manufacturado un consenso colectivo que moldea la opinión pública para la aceptación de la estrategia antidrogas que del sexenio de Felipe Calderón a la fecha ha garantizado que las Fuerzas Armadas sigan encargadas de la seguridad nacional en México. Esa militarización es resultado de la hegemonía estadunidense que ha permeado en los campos de producción cultural en México e imposibilita, hasta ahora, una verdadera independencia intelectual de nuestra clase creadora.

La muerte de "Kiki" Camarena

El 7 de febrero de 1985 Enrique Camarena, un agente de la DEA de 37 años con experiencia en la Marina y como policía antinarcóticos, fue secuestrado -no sin cierta ironía para el contexto político actual- al salir del consulado de Estados Unidos en la ciudad de Guadalajara. Murió luego de dos días de tortura, aunque su cadáver no fue encontrado hasta el 5 de marzo siguiente.

La versión oficial(1) y numerosas investigaciones periodísticas y académicas explican el asesinato de Camarena como la venganza del traficante Rafael Caro Quintero por el decomiso en noviembre de 1984 de entre 5 y 10 mil toneladas de mariguana sin semilla en sembradíos del rancho El Búfalo, en el estado de Chihuahua, donde alrededor de 7 mil campesinos procesaban la droga.(2)

Esta interpretación se estableció desde el primer libro sobre el asesinato de Camarena: la investigación periodística Desperados (1988), de la estadunidense Elaine Shannon. "Presiona a los traficantes y te matan", escribe Shannon. "No los presiones y adquieren tanto poder y temeridad que te matan".(3) La opinión de la DEA no sólo prevalece en ese libro, sino que conduce la lógica de su reflexión; incluso concluye que la corrupción oficial en México "es total".(4) El punto ciego del trabajo de Shannon, como en la mayoría del periodismo sobre el tema, es la mediación de las agencias estadunidenses que monopolizan la información sobre el poder de los traficantes. Sin mayor escrutinio, periodistas y académicos aceptan datos inverificables que lejos de explicar el fenómeno del tráfico de drogas más bien imponen la versión oficial al respecto.

Dos libros ejemplifican este problema: La charola. Una historia de los servicios de inteligencia en México (2001), del académico Sergio Aguayo Quezada, y Buendía. El primer asesinato de la narcopolíti-ca en México (2012), del periodista Miguel Ángel Granados Chapa. Reproduciendo la versión oficial estadunidense, ambos atribuyen el asesinato de Camarena a Caro Quintero y los demás traficantes de Guadalajara, subrayando el desmedido poder de los "cárteles de la droga".

La mirada estadunidense

Esta es, desde luego, la visión de Narcos: México. Narrada por un agente de la DEA, la serie aborda la historia de los traficantes mexicanos con una mirada estadunidense que presenta el fenómeno del narcotráfico como un problema exclusivamente doméstico en México. Aunque el ascenso de Miguel Ángel Félix Gallardo (interpretado por Diego Luna), Ernesto Fonseca Carrillo (Joaquín Cosío) y Rafael Caro Quintero (Tenoch Huerta) comienza en complicidad con la Dirección Federal de Seguridad -DFS, la represora policía política del PRI-, los narcos mexicanos pronto se independizan para construir desde la ciudad de Guadalajara una red de tráfico de mariguana y cocaína que se ordenó en "plazas" en las principales ciudades del norte del país, comoTijuana y Ciudad Juárez.

El agente mexicano-estadunidense Enrique Camarena, recién asignado a la oficina...

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