De andares y miradas

AutorTomás Domínguez Guzmán

Solía vestir uniforme de explorador y siempre viajaba armado de su equipo de alpinismo. También llevaba su inseparable cámara estereoscópica Gaumont y otros aditamentos para retratar su entorno -cual coleccionista de instantes y fulgores- y congelar en su lente infinidad de historias mudas. Fue, la suya, una mirada intencionada. Dueño de su tiempo, supo captar como artista la tercera dimensión de las cosas -eso es la estereoscopia- y con un recurso poco usual en los artistas supo meterse en ese universo que él mismo recreó, dejando algunos autorre-tratos suyos donde aparece inmerso en las portentosas rocas o montañas que fotografió.

Rodríguez Morales combinó con naturalidad esas dos actividades: el montañismo y la fotografía y dejó de ellas una huella perenne en alrededor de 2 mil tomas en las cuales se observa su gusto por los paisajes, su reverencia por las cúpulas de iglesias y retablos centenarios, su sensibilidad ante la arquitectura y su admiración por las escarpadas montañas del Estado de México, Hidalgo, Puebla, Vera-cruz, Oaxaca y, por supuesto, la Ciudad de México donde nació, antaño famosa por sus palacios.

Tras su muerte, en 1974, todo ese acervo visual quedó entre sus cosas, sepultado durante varias décadas, hasta que su hijo Rafael Rodríguez Castañeda, director de Proceso, lo rescató del olvido y hoy, después de 39 años, nos las comparte en el espléndido libro En alas de la mirada. El México que el tiempo se llevó. Guillermo Rodríguez Morales. Explorador y fotógrafo, coeditado por Proceso y Grijalbo con el patrocinio de BBVA Bancomer, la UNAM y el Instituto Nacional de Bellas Artes.

El volumen, de 253 páginas, incluye 194 fotos, divididas en nueve ejes temáticos, titulados: En el techo del mundo; Misterios de las montañas; El silencio de las peñas; Al filo del agua; Visión de las entrañas; Caminos, pueblos, gente; Dios en la tierra; Las huellas del pasado, y La Ciudad de México. Lo complementan un prólogo de Guillermo Tovar de Teresa, un ensayo del propio Rodríguez Castañeda, un breve apunte de su hermano Roberto y un texto de José Raúl Pérez Alvarado, quien participó en la digitalización de las fotografías.

Rodríguez Morales "vino al mundo cuando el mundo, para la familia en la que nació, era el centro de la Ciudad de México -escribe el director de Proceso-, En aquel rectángulo urbano se mezclaban los palacios con las vecindades y los potentados de la alta clase porfiriana con la plebe, como aquéllos denominaban a los más...

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