Aparece 'Blue Cha Cha', Disco Póstumo de Manuel Galbán

Por Carlos Olivares Baró

México, 9 Abr. (Notimex).- Cuba, años 60: el grupo Los Zafiros (cuatro vocalistas y una guitarra eléctrica) acapara la atención de la radio y la televisión. Eduardo Elio Hernández (El chino), Miguel Cancio (Miguelito), Ignacio Elejalde y Leoncio Morúa (Kike) son los Platters antillanos.

A base de un repertorio con piezas de bolero, conga, guaracha, bolero filin, bossa, aires de doo-wop y apuntes de R&B, los cantantes del barrio de Cayo Hueso fueron dueños cautivadores de los espacios de la canción cubana durante buena parte de los años 60 y 70 del siglo pasado.

Quizás uno de sus mayores atractivos consistía en la emisión de falsete de Ignacio, quien sabía manejar con eficacia una vibración de agudos y graves con mudanzas de colores y timbres de seductoras inflexiones de tenorino. Todo el mundo quería cantar como él. Pero, la tesitura de El Chino también calaba: tenor ligero nasal con proporciones melismática de barítono transparente, agudo y sensual con interesante recitación para los boleros.

El guitarrista que los acompañaba, Manuel Galbán (1931-2011), llamaba la atención por sus pulsaciones singulares: "slide" propio del country y blues en deslizamiento de las notas hacia arriba y hacia abajo con seductor "picking" y rítmico tremolo sonero.

Se corría el rumor de que el instrumentista, venido de Gibara, provincia de Oriente, podía ser sustituido. "El día que Galbán deje de acompañar a Los Zafiros, entonces tendrán que buscarse dos o tres guitarristas", le dijo el pianista Peruchín a Tata Güines (tumbador del piquete que acompañaba a los vocalistas de "He venido") en el Bar Tres Esquinas -frente a Radio Progreso- una tarde de rones y cervezas a finales de los 60.

En un solar de Cayo Hueso se tocaba "Bembé", sonaba el guaguancó con arrojo: El Tata tenía prisa, iba a casa de un amigo a manosear el quinto. Ya casi en la puerta, despidiéndose, le gritó al ex tecladista de la Riverside: "Tienes razón, a veces en las grabaciones es del carajo seguirlo".

El cuarteto imponía su conga caminadora en la radio, y todo el mundo en la Isla cantaba "...sabes bien / que yo te quiero / sabes bien / que yo te adoro / sabes bien / que yo no puedo vivir sin ti..."

Dicen que el único que controlaba -más o menos- los excesos alcohólicos de Ignacio Elejalde era Manuel Galbán: mulato de facciones achinadas, manos grandes y 1.83 de estatura, se ganó el cariño de El Chino y Miguelito Cancio hasta convertirse en el director musical y arreglista del gremio vocal más famoso de toda la música cubana.

"No era fácil trabajar con ellos; ensayar era un lío. Eran...

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