Aparece Cuitláhuac en el horizonte artístico...
Autor | Samuel Máynez Champion |
Dicho esto, declaramos que nos enorgullece poderles compartir, queridos lectores, otra primicia absoluta que emanó de los planes recién aludidos; ustedes sabrán aquilatar, una vez que les proporcionemos más detalles y elementos de juicio, la importancia que esto reviste para la vida cultural de nuestro país y también para nuestra historia. Por tanto, procedamos acorde con las exigencias de la praxis argumental:
Resulta difícil de creer que dentro del cor-pus melodramático y dramatúrgico nacional no haya existido jamás ninguna obra que celebrara la gesta del guerrero indígena que venció a las huestes invasoras hispanas. Semejante ausencia ha sido, sin que nos quepa la menor duda, producto del apocamiento y desinterés de los creadores nativos para acercarse a una figura histórica sobre la que se ha cernido un olvido deliberado.
Más extraña resulta la omisión al considerar que sí se han producido creaciones autóctonas alrededor de Cuauhtémoc y Neza-hualcóyotl; sobre el primero existe obra escultórica, gráfica, poética, novelística, pictórica, dramatúrgica y musical, con poemas sinfónicos, marchas y la ópera compuesta por Aniceto Ortega; y sobre el segundo hay valses, canciones y dos óperas, la de Gustavo E. Campa y la de Roberto Téllez Oropeza.
Y la situación es aún más desconcertante con respecto a Motecuhzoma II, puesto que se conoce la existencia de 32 creaciones que llevan su nombre, entre óperas, tragedias líricas, marchas, canciones, músicas incidentales, melólogos, ballets y bandas sonoras, que han sido producto de la mirada extranjera-europea y norteamericana- que ha caracterizado al tendencioso acercamiento a los personajes y los hechos históricos del México precortesiano a lo largo de los siglos.
Merced a lo antedicho y llegado el año de Cuitláhuac, guerrero victorioso, surgió por iniciativa de la alcaldesa de Itztapalapan, Clara Bru-gada. el encargo concreto para crear una obra melodramática que colmara, finalmente, el vacío que ha circundado a la figura de su antecesor en la regencia de su territorio. La resultante se intitula Cuitlahuátzin y es una cantata en tono épico para siete voces solistas, coro, bailarines, danzantes, grupo de instrumentos musicales prehispánicos, orquesta sinfónica y pantallas de gran formato, cuyo estreno se había previsto para estos días, mas tuvo que aplazarse hasta el próximo marzo, virus mediante. Con respecto a su partitura, es obra del ínclito compositor mexicano Samuel Zyman (CDMX, 1956). Asimismo...
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