Un "apartheid" antillano

AutorRodrigo Vera

SANTO DOMINGO.- Desde la vieja barraca donde antes hacinaban a los cortadores de caña traídos de Haití a la República Dominicana, Juliana Deguis Pierre, joven negra descendiente de aquéllos, observa a sus pequeños hijos corretear entre los matorrales del batey y comenta: "Algún día volveré a tener la nacionalidad dominicana para dársela a mis hijos. No pierdo las esperanzas". -¿Se siente dominicana? -No me siento, soy dominicana. Mis padres vinieron de Haití a trabajar la caña, pero yo nací aquí en el batey, donde siempre he vivido. Ni siquiera conozco Haití. Seguiré luchando para que me regresen mi nacionalidad.

Juliana y sus cuatro hijos habitan un minúsculo dormitorio con un comedor al lado donde apenas cabe la mesa con sus cuatro sillas; es uno de los compartimentos del largo barracón que sigue manteniéndose en pie a la sombra de las palmeras. Alrededor de la barraca han ido levantándose las cabañas de madera que hoy forman el batey Los Jovillos, 50 kilómetros al noreste de Santo Domingo y al cual se llega por una polvorienta terracería.

Como Juliana, los 2 mil habitantes de Los Jovillos son descendientes -hasta en tercera generación- de los haitianos traídos a la zafra mediante contratos de trabajo. Pero en los noventa se cerró la producción azucarera en la República Dominicana, condenando al desempleo y a la miseria a los pobladores de los bateyes (como llaman a los conjuntos de casuchas levantadas a la vera de los cañaverales).

Después el gobierno fue negándoles el acta de nacimiento y la cédula de identidad a estos dominicanos de ascendencia haitiana.

Eso le pasó a Juliana, de 30 años, quien relata su experiencia: "Era empleada doméstica en una casa de Santo Domingo y necesitaba sacar mi cédula porque la señora de la casa me la pedía. Pero sobre todo me urgía tenerla para poder registrar a mi primer hijo, que entonces estaba por nacer.

"Fui a las oficinas de la Junta Central Electoral (encargada del registro civil) a solicitar mi cédula. Y ahí me pidieron mi acta de nacimiento. Se las entregué. Durante mucho tiempo me trajeron dando vueltas sin resolverme nada. Al fin me dijeron que mi acta quedaba retenida por inválida y que no me darían mi cédula porque soy descendiente de haitianos. Me dejaron sin ningún documento de identidad, como si no existiera."

Juliana pidió entonces la ayuda del Movimiento Sociocultural para los Trabajadores Haitianos, que tiene presencia en su batey. Apoyada por esta organización interpuso un amparo ante un tribunal de primera instancia, que se lo rechazó. Luego llevó su caso ante la máxima instancia, el Tribunal Constitucional.

Finalmente, tras años de litigio, el 23 de septiembre de 2013 el Tribunal Constitucional le negó la nacionalidad dominicana a Juliana y a todos los descendientes de inmigrantes haitianos irregulares nacidos en la República...

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