Aposentados en la mediocridad

AutorBeatriz Pereyra

El triunfalismo con el que se ha evaluado el desempeño de la delegación mexicana en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 vuelve a poner de manifiesto que la mediocridad de cosechar medallas a cuentagotas ya es una costumbre de quienes dirigen el deporte nacional.

Las medallas ganadas este año en Londres son resultado del esfuerzo personal de los competidores nacionales y no de un sistema ni de una estructura sólida que los arrope; aun así la autoridad deportiva cacarea las siete preseas como el máximo logro de México fuera de casa en sus participaciones olímpicas.

Habría que empezar por decir que el oro conseguido por la selección Sub-23 de futbol es un triunfo de los empresarios dueños de ese deporte en México, pues son ellos los que ponen los jugadores y el dinero para su entrenamiento y manutención.

Si se considera que en Beijing 2008 el taekwondo mexicano aportó dos primeros lugares y que la posición en el medallero se define por el número de oros, no se puede aceptar la afirmación del director de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (Conade), Bernardo de la Garza, de que ésta es la mejor actuación nacional fuera del país. Al ganar un oro menos México perdió tres lugares: quedó en el sitio 39 contra el 36 de hace cuatro años.

Menos aun se puede aseverar que se superó lo hecho en Los Ángeles 84; aquella vez aunque se ganaron seis medallas -una menos que en Londres- hubo dos oros en caminata, los de Ernesto Canto y Raúl González, y México se ubicó en el lugar 17 del medallero (si bien es cierto que en esos juegos no participaron los países del bloque soviético).

En Londres la delegación mexicana puede festejar que por primera vez se obtuvieron preseas en tiro con arco -en su segunda participación en Juegos Olímpicos Aida Román y Mariana Avitia ganaron plata y bronce, respectivamente-, deporte por el que De la Garza nunca apostó. Este logro, más la medalla de futbol, evitó que otra vez fueran sólo los clavados (con Laura Sánchez y las duplas de Germán Sánchez e Iván García y Paola Espinosa y Alejandra Orozco) y el taekwondo (con María Espinoza) los que dieran la cara.

En las cuentas alegres de quienes dirigen la Conade no hay cómo explicar por qué la cosecha de medallas es tan pobre, aunque ellos se empeñen en tratar de convencer de lo contrario a la opinión pública.

Hace cuatro años se ganaron tres preseas: dos de oro y una de bronce. Haber duplicado ese número es motivo de festejo para la Conade, no de reflexión; nadie explica, por ejemplo, por qué desde hace 12 años no se gana ni una medalla en boxeo o caminata.

Desde que Cristian Bejarano le dio al país un bronce en Sidney 2000 ningún otro pugilista ha subido al podio. Ahora fue peor. Sólo dos boxeadores clasificaron. Óscar Molina fue eliminado en su primer combate y a Óscar Valdez, única esperanza de medalla, lo dejaron solo: En lugar de marcharse al boxeo profesional, después de Beijing optó por un segundo ciclo olímpico en el que no mejoró por culpa de quienes se han apoderado de este deporte.

Ningún dirigente tuvo el criterio para entender que el sonorense se merecía un entrenador de más calidad...

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