Aquella famosa entrevista en Almoloya...

AutorJulio Scherer García

Desde los centímetros abiertos de una ventana horizontal de vidrios como acero, le grito:

-¡Rafael!

Sé que me escucha. Sigue.

De nuevo.

-¡Rafael!

Sigue.

Otra vez.

Apenas se detiene. Me reconoce.

Hace casi 20 años el país se asomó al escándalo del narco. Fue denunciado "El Búfalo" como una extensión inmensa sembrada de mariguana. El capataz era Caro Quintero con dominio sobre 7 mil jornaleros. Las crónicas de la época afirmaron que se trataba de mano de obra envilecida. Sueldos ínfimos y vigilancia perruna alrededor de sus barracas.

Los tráileres con droga circulaban por la carretera al norte como un automóvil en una vía desierta. Personas importantes estaban detrás del gran negocio. De otra manera costaría trabajo explicarse la impunidad imperante en aquella región de Chihuahua.

Se supo entonces de la vanidad de Caro Quintero. Millonario, apuesto, personaje inédito que rozó la leyenda, fue tema de corridos. Caro Quintero daba entrevistas y se gozaba con sus fotografías en los periódicos. Su sonrisa, anchos y fuertes los dientes, se correspondía con la de un actor.

-¿Qué piensa del narco, Rafael?

-A estas alturas no sé ni qué contestarle. Voy para 17 años preso. Es malo por tanto vicio con la juventud. Creo que ahora está más arraigado con la gente. En aquel tiempo no éramos viciosos. Yo no le pegaba a nada. -¿Y los demás?

-Pues que yo haya visto, no. En aquel tiempo no era el desmadre que es ahora. No había esos pleitos de hoy, eso de cártel contra cártel. -¿Se pensaba inocente?

-No le voy a decir que era inocente. Tenía veintitantos años. La necesidad y la falta de estudios me hicieron meterme. Era y soy muy pobre. A estas alturas ya está uno acabado. Ahora ya no somos las personas que caímos. -¿Perdió todo? -La mayoría de mis cosas. -¿Qué tenía?

-Unos ranchos, bastante ganado, todo me decomisaron. -¿Cuántos ranchos? -Seis.

-¿Y ganado?

-Como 5 mil cabezas. Era muy bueno. Tenía Do Brasil, Angus, Bravo.

-¿Para quién trabajó? -Para nadie.

-¿Trabajó para Arévalo Gardoqui, secretario de la Defensa? Miles de jornaleros estaban bajo sus órdenes y había soldados en "El Búfalo".

-Para nada. Yo no tengo relación con toda esa gente.

-¿De qué complicidades se valió para hacer tanto como hizo?

-A puro valor. A puro valor tonto, porque no era otra cosa. Nada más ir por allí para ver si pegaba, ¿me entiende?

-No, no entiendo.

-A ver si se podía. Pero yo no estaba bien con nadie, con ningún policía.

-¿Y cómo pasaban los tráilers de un lado para otro? -En...

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