"El árbol" de Elena Garro en la Gruta

AutorEstela Leñero Franco

Una mujer burguesa recibe en su casa a una indígena que conoció en el pasado y que no había sabido de ella. Distanciada de la realidad de Luisa, Marta la califica de loca y la responsabiliza de los golpes y la situación que vive con su esposo y de la cual salió huyendo.

Es sobresaliente la ambigüedad que maneja Elena Garro en El árbol, protagonizada por Ma-halat Sánchez y Ángeles Cruz, ya que nunca sabemos bien a bien qué es lo que mueve a los personajes, ni el vínculo que existió entre ellas, ni los antecedentes de cada una. Escrita a principios de los sesenta, contiene un rigor sobre la situación escénica que rompe con las convenciones del momento, donde había que explicar todo y que quedara bien claro lo que estaba pasando.

En El árbol, los personajes se muestran a partir del momento que están viviendo y desde ahí vamos sabiendo de ellas, aunque el misterio nunca desaparezca. ¿Quiénes son?, ¿porqué llegó Luisa a esa casa?, ¿qué buscaba realmente?, ¿su última intención era premeditada o surgió en ese momento? El realismo mágico de la obra -aunque Elena Garro estaba en contra de ese concepto- está presente en la historia de Luisa, la cual nos va develando su universo y llenando de interrogantes. Pareciera una mujer loca, pero no lo es, porque es otra realidad la que se está expresando y que vamos aceptando como tal: sus visiones del malo, de la oscuridad y de la metáfora misma del árbol.

El árbol como el sostén, el interlocutor, el receptor de las culpas... el liberador del mal. El árbol -al que Luisa recurre para abrazarlo y contarle sus pecados como le recomiendan las mujeres cuando estuvo en la cárcel- se resignifica en la figura de Marta...

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