Atentado contra la AMIA. Un cuarto de siglo de pistas falsas

AutorFrancisco Olaso

BUENOS AIRES.- "Puse la hoja para mandar el fax y sentimos una explosión. Salimos corriendo para el lado de adelante y nos encontramos con que no existía el edificio en la parte de adelante. Empezamos a gritar '¡Esto es una bomba!', porque el edificio se había seccionado. Nosotros veíamos lo que quedaba de la calle de enfrente... había desaparecido el edificio. Entonces yo empecé a gritar '¡Paola, Paola!', mi hija, que ese día me había acompañado por primera vez al trabajo."

Hace un lustro Ana María Czyzewski relató a este corresponsal (Proceso 1995) lo que vivió el 18 de julio de 1994, minutos antes de las 10:00 horas, en el atentado contra la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en Buenos Aires, ataque del que ahora se cumplen 25 años.

Czyzewski supo más tarde que su hija Paola, de 21 años y estudiante de derecho, había ido al segundo piso del edificio por un café. Pero entonces, en medio de la desesperación y el polvo, no pudo encontrar las escaleras porque el ataque las había derrumbado. La mujer salió como pudo al patio trasero del edificio. Fue subida hasta el techo con una escalera de rescate y desalojada sobre los escombros.

Mientras bajaba hacia la calle intuyó que ahí debajo podía estar su hija. "Cuando me sacaron y me tiraron sobre los escombros había como un... ya no era olor a polvo, había como olor a muerte, olor a sangre", recordó. "Y mi marido, Luis, siempre dice que cuando me vio, yo tenía pegado a los labios el polvo, los escombros, los labios negros tenía. Y aparte tenía el pelo lleno de los escombros. Eso fue como una negación: hasta que no la enterré a Paola, no me lavé la cabeza. Era como que tenía algo de ella todavía..."

Con 85 muertos y más de 300 heridos, el de la AMIA es el peor atentado terrorista de la historia argentina; y 25 años más tarde no se sabe quién ni cómo se cometió, pues la trama de encubrimiento enlodó la causa desde el primer día con testigos falsos y manipulación de evidencias.

La hipótesis oficial supone el uso de un vehículo-bomba y la presencia de un conductor suicida del grupo Hezbolá, apoyado por Irán. De acuerdo con esta premisa se movieron el gobierno del entonces presidente Carlos Menem (1989-1999), las organizaciones de la comunidad judía, los funcionarios judiciales a cargo de las pesquisas y las posteriores administraciones del Estado.

Esta línea de investigación, defendida por los servicios de inteligencia estadunidenses, israelíes y argentinos, siempre ha relegado otra, sostenida sobre todo por investigadores independientes y grupos de familiares de las víctimas, que implica a miembros sirios del gobierno de Menem y a agentes de la Secretaría de Informaciones del Estado (SIDE).

Ante la falta de resolución del tema...

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