Aterrorizan ancianos (I)

Desde septiembre de 2003 los casos de ataques en contra de personas de la tercera edad se intensificaron en la Ciudad de México.

Las víctimas tenían una muerte lenta. Ya fuera con una mascada o una media, les oprimían el cuello para que dijeran uno a uno los lugares donde estaban guardados sus objetos de valor. Dinero, alhajas, lo que fuera. También fueron usados cables de teléfonos y hasta un estetoscopio.

Una vez que las ancianas se desvanecían, era hora de liberarlas. Ya que se pensara que estaban muertas.

Todo ello para robar con calma los objetos de valor que había en el domicilio.

La persona que las asesinaría se ganaba la confianza de gente de la tercera edad porque se vestía como una enfermera y les decía que les llevaba el apoyo del Gobierno del DF o que podía hacerles algunos trámites ante el ISSSTE o el IMSS. Una vez adentro de sus casas, la persona las atacaba para quitarles lo que tuvieran.

No fue hasta marzo de 2004, con el homicidio de María del Socorro Martínez Pajares, que tomó fuerza la idea de que había un asesino serial en la Ciudad y que atacaba a los ancianos.

Ella fue localizada en el interior de su domicilio, ubicado en Doctor Atl 164, interior 402, Colonia Santa María La Ribera, en Cuauhtémoc, y tenía una media sujeta alrededor del cuello.

Personal del Servicio Médico Forense informó que la necropsia practicada al cuerpo de la mujer confirmó que la causa de muerte fue asfixia por estrangulamiento.

Bernardo Bátiz, entonces Procurador, señaló que el criminal además de perpetrar el asesinato también robó pertenencias a la anciana y de otra persona que vivía en el mismo inmueble.

Ya con ese caso iban alrededor de 12 homicidios de personas de la tercera edad con el mismo procedimiento en la Ciudad.

Los asesinatos se acumulaban, la presión social se acentuaba, por lo que había que actuar de inmediato.

Fue así que las autoridades culparon a Araceli Vázquez García de algunos de los hechos. Ella ya estaba detenida, así que nada más le aumentaron los cargos.

En junio de 2004 sentenciaron a la mujer a 17 años 7 meses de prisión por robar a ancianos. El Gobierno decía con satisfacción que ya había detenido a La Mataviejitas.

Según algunos testigos, ella decía ser trabajadora social del programa de apoyo alimentario y dijo que necesitaba cambiarle la tarjeta a su víctima, porque ya no valía, pero necesitaba cinco copias de la credencial de elector y del INSEN. Después pidió un vaso con agua y sugirió que la invitaran a comer...

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