¿Autoritarismo libertario?

AutorAgustín Basave

El presidente López Obrador, sin embargo, tiene otros datos. Para él, autoritarismo es tan solo represión o, para ser más preciso, proclividad a la coerción. AMLO no se considera a sí mismo autoritario porque no usa la fuerza pública para reprimir manifestaciones, porque no recurre al toque de queda en la pandemia, porque incluso en el combate al crimen organizado es reticente a ejercer el monopolio de la violencia legítima. El hecho de que exista una excesiva concentración de poder en su persona y se haga su voluntad en casi todas las instancias -controla el Congreso, anula los órganos autónomos, somete a la Suprema Corte, centraliza y socava los otros dos órdenes de gobierno- no le parece un signo de autoritarismo. Es una más de sus contradicciones ideológicas: como una suerte de autócrata libertario, ha de ser obedecido voluntariamente, en natural acatamiento a su autoridad moral.

"Prohibido prohibir", suele declarar en las mañaneras. No obstante, las prohibiciones que prohíbe son mínimas en comparación con las imposiciones que impone. Con altos costos para el país, impuso la cancelación del nuevo aeropuerto en Texcoco y su construcción en Santa Lucía, impuso el tren Maya, impuso la política energética de combustibles sucios -con todo y refinería en Dos Bocas-, impuso la militarización, impuso su alianza con Trump, impuso el abandono a las MI-PYMES en la crisis económica, impuso la consulta para ver si se aplica o no la justicia a los expresidentes, impuso el retiro de subsidios a estancias y la extinción de fideicomisos y, en una de sus peores decisiones, impuso a Hugo López-Gatell y su catástrofe covidiana. Aquí me detengo porque este asunto muestra diáfanamente esa extraña mezcla del hombre impositivo y el partidario del laissez faire. Pese a la aterradora cifra de más de 100 mil muertos -que sin subregistro es de más del doble-, pese a la ostensible incompetencia y soberbia de López-Gatell, lo em-podera cotidianamente. Ah, pero eso sí, se niega a hacer obligatorios los cubrebocas y a restringir las concentraciones masivas para no caer en el "autoritarismo".

El desprecio por las mascarillas es digno de un estudio psicosocial. En Estados Unidos, su rechazo se explica en función del desdén por la ciencia y de la defensa de una libertad mal entendida por parte de muchos republicanos. En la ecuación mexicana, además de la actitud desafiante del líder que navega a rostro descubierto sobre la cresta del destino, hay que insertar el aval...

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