La aventura mexicana

AutorHomero Campa

Fidel Castro dice que siempre pensó en México como el "país ideal" para organizar en los años cincuenta la expedición revolucionaria que partiría a Cuba con el objetivo de derribar al dictador Fulgencio Batista. Ofrece varias razones: la cercanía geográfica y cultural, un gobierno estable emanado de la revolución "más radical que hasta entonces se viviera en la región", un lugar de asilo de los perseguidos políticos de América Latina y una política exterior de solidaridad con las causas democráticas, cuya máxima expresión fue no reconocer al régimen de Francisco Franco tras el triunfo de éste en la Guerra Civil española.

Pero una vez que llegó a México se dio cuenta de que entraba a "un mundo nuevo" y se vio en la necesidad de cambiar muchos de sus planes...

Las vicisitudes de su estadía en el país son contadas por el propio Fidel Castro en el libro de memorias Guerrillero del tiempo, el cual es resultado de varias entrevistas que ofreció a la periodista cubana Katiuska Blanco.

El libro -mil 100 páginas en dos tomos- abarca desde la infancia del líder cubano hasta 1958, un año antes del triunfo de la revolución. Fue presentado en febrero último en La Habana y al acto acudió Castro: su reaparición en un acto público después de 10 meses de ausencia. En abril de 2011 había asistido a la clausura del VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), acto en el que su hermano Raúl lo remplazó como primer secretario de la organización.

Pese a que su presentación acaparó los reflectores, el libro de memorias -publicado por Casa Editora Abril— aún no circula en la isla y es inédito en México.

Impresiones

Fidel Castro llegó a México en julio de 1955 en un avión DC-6 de dos motores. Era un vuelo comercial "lechero" que primero aterrizó en Mérida y que, tras varias paradas, lo dejó en Veracruz. De ahí viajó en autobús a la Ciudad de México. "No conocía a nadie y me encaminé a un mundo nuevo desde el punto de vista humano", dice Castro en el libro Guerrillero del tiempo.

De sus primeras impresiones en esa urbe destaca la hospitalidad y el nacionalismo de los mexicanos: "Eran evidentes dos cosas: el orgullo por la revolución y un sentimiento de hostilidad hacia Estados Unidos mucho más grande que el existente en Cuba".

Y le llamó la atención que -"a pesar de todo lo que había hecho la Revolución mexicana"- la mayoría de la población viviera en la pobreza. "Eso se podía apreciar a simple vista. Las condiciones de vida eran duras, más duras que las de un trabajador cubano en la ciudad o el campo".

Desde los primeros días en el Distrito Federal, una cosa le quedó clara: "Los mexicanos tenían sus preocupaciones cotidianas. En la mente de ellos no estaban los problemas de Cuba (...)".

Cuenta que eso obligó a modificar uno de sus planes: "Inicialmente pensábamos recaudar el dinero (para la expedición) con la colaboración de la población, pero no pudimos reunir ni todo el dinero ni todos los hombres que necesitábamos".

Señala que los recursos que...

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