Aviones

AutorFabrizio Mejía Madrid

No, tus alas, Ader, no eran anónimas cuando llegó el gramático a dominarlas, a fraguar una palabra erudita sin nada de aéreo donde el pesado agujero y el asno que le acompaña (aeropl-ano) componen una palabra larga, como un vocablo de Alemania.

¿Qué habéis hecho, franceses, con Ader el aéreo?

Una palabra era suya, ahora ya nada.

El poeta del "Mal Amado" y el "Malherido", que consumió en tan sólo 38 años todas las lecturas, los alcoholes, amores y calles, le hereda a sus contrapartes mexicanas su vuelo. Son los estridentistas que, a semejanza de las vanguardias europeas, toman a los aviones como motivo artístico. Kin Ta-niya, es decir, Luis Quintanilla, cinco años después de la muerte de Apollinaire -a quien había conocido en casa de su padre en París-, publica "Avión":

Zumba avión

¡Quéfeliz departir hacia un azul infinito!

Toda la buena carne de mi corazón los hombres me la han devorado.

¡ADIÓS TIERRA! a la que tanto me gustó cantar

Ahora mi corazón de acero vibra mecánicamente

Abajo oigo sollozar al mar que me vio partir.

Apollinaire compartió, con toda la vanguardia europea que él prefiguró, su curiosidad por México, última morada de su hermano, Albert. Le interesó -sabemos por José Emilio Pacheco- la frase "hijos de la chingada" que el padre de Luis Quintanilla le había referido con todas sus posibilidades, antes de que Octavio Paz la fosilizara en ungüento vagamente freudiano. Residente en la capital, su hermano Albert le sirve de fuente para sus artículos de periódico en los que, por ejemplo, da cuenta del asesinato de Madero en un golpe de Estado funesto. Pero son los estridentistas los que más siguen a Apollinaire -José Juan Tablada dirá que le parece "convencional", aunque sospechamos que es un adjetivo para no desbordarse en admiración- y su ruta la adivinamos en el uso de la palabra "avión".

Como contraparte estética de la Revolución Mexicana, el estridentismo se nutre, como escribió uno de sus líderes, Arqueles Vela, "no de su ideología, sino de su dinámica". Manuel Maples Arce, el primer autor del Manifiesto Estridentista del que recordamos el grito de "Viva el mole de guajolote" (1921), señala que la diferencia entre los futuristas italianos y los estridentistas mexicanos era que unos se referían al exterior de los objetos y ellos al "interior emocional" de las novedades: la radio, los autos de carreras y el avión. Al igual que para Apollinaire, para los mexicanos el avión no era la maquinaria de guerra para bombardear que, a...

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