Ayotzinapa: ¿verdad o justicia?
Autor | Marta Lamas |
Hilb toma como ejemplos paradigmáticos del dilema "verdad o justicia" los juicios a los militares de la Junta en Argentina y el proceso de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación en Sudáfri-ca. Estas maneras disímiles de abordar la salida de regímenes de terror y sentar cimientos de reconstrucción ética son ejemplares. Ella señala que en Argentina se optó por la vía judicial; es decir, los juicios a las juntas militares, condenando en 1985 a los principales responsables de la dictadura (1976-1983), además de la promulgación de las leyes de "punto final", de "obediencia debida" y la de amnistía de 1990, para, finalmente, en 2004 dar la nulidad a esas tres leyes.
En Sudáfrica se eligió otro camino: una amnistía a los perpetradores de los crímenes a cambio de que expusieran públicamente la verdad de lo ocurrido. El grupo que desde 1995 se hizo cargo de ese proceso recibió el nombre de Comisión de la Verdad y la Reconciliación.
Al contrastar los casos argentino y sudafricano, a la socióloga argentina le surgió una inquietud: ¿por qué en Argentina ha sido casi imposible para los represores estatales, pero también para quienes formaron parte de las fuerzas insurreccionales, revisar su propia acción y su propia responsabilidad en la ejecución o el advenimiento del terror desatado por la dictadura de 1976?
Al recordar el pensamiento de Hannah Arendt en relación al carácter político del perdón, de la responsabilidad y de la reconciliación -en especial, en lo relativo a "la relación entre el pensar y el arrepentimiento, entre el mal y la ausencia de pensar"-, Hilb compara lo ocurrido en Sudáfrica. El interés de Arendt es comprender cómo pudo suceder aquello que sucedió y no debió haber sucedido. Ahí radica la tremenda "banalidad del mal", que se produce cuando se sustituyen las reglas morales por una obediencia ciega a reglas criminales. De ahí la crucial importancia de "pensar y juzgar".
Hilb elabora su discurso sobre el pensamiento de Arendt respecto a la incapacidad de pensar moralmente acerca del mal que se ha hecho y de sufrir remordimientos. ¿Qué pensarán hoy los policías que obedecieron órdenes y "entregaron" a los normalistas?
No todo mal es perdonable: no lo es el mal hecho a propósito, el de quien sí sabía lo que hacía y no se arrepiente de haberlo hecho. Son susceptibles de ser perdonados quienes no sabían lo que hacían "porque las consecuencias de sus actos exceden a...
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