El balbuceo de las márgenes

AutorJavier Sicilia

Ante esa ausencia de futuro, la tentación es volver a lo conocido, colonizar el vacío, como lo haría un exiliado frente a la extrañeza de un mundo distinto, con objetos que rescató de su pasado (una fotografía, un cuadro, unos libros). En México, la tentación, tanto de la llamada izquierda de la 4T, como de la llamada derecha, ha sido volver a aquello que un día conocimos. La 4T, a un Estado anterior a la década de 1980, cuando el PRI tenía el control de todo. La "derecha", a un Estado cada vez más débil y sometido a los flujos de la globalización y de "la mano invisible" del mercado.

La consecuencia es un caos terrible, sin pasado ni futuro, una "nueva normalidad", un encierro, en realidad, en el que a la ausencia de ventanas, de exterioridad, de alteridad se suma un incendio y una guerra intestina sorda y ciega.

Las crisis civilizatorias son épocas de barbarie. Son también épocas donde lo nuevo surge no de lo conocido, que nunca volverá, sino de las periferias. Pienso en los Padres del Desierto que, ordenados en la vida monástica, salvaron la cultura de Occidente de los escombros del imperio romano, creando otra cosa. Hoy, lo nuevo está nuevamente en las periferias. La encíclica Tutti Frattelli del Papa Francisco, lo balbucea para el mundo. Una montaña en alta mar del EZLN -la sexta parte, en realidad la primera de seis comunicados que veremos aparecer poco a poco-, lo hace para México y también para el mundo. Ambas no dan una solución al desastre. Abrir el futuro en el encierro de una casa en llamas es casi imposible. Son apenas grietas en los muros, balbuceos que permiten ver no sólo pequeños resquicios del horizonte, sino oír elementos fundamentales que podrían permitirnos abrir una ventana, tal vez una puerta, donde no la hay.

La prensa, por desgracia, no se detuvo ante el nuevo comunicado zapatista. Atrapada en el galimatías de la guerra por el pasado y la velocidad tecnológica, no tiene ni silencio ni cabeza para fijarse en lo importante.

Una montaña en áítamar, como todos los comunicados zapatistas, es largo. Está, también, como todos ellos, puntuado de poesía y, como toda poesía, exige para comprenderse, detención y silencio. Es una recapitulación de lo que desde su levantamiento, en 1994, no han dejado de decir, un intento por volver a iluminar lo que con la luz del relámpago vimos aparecer entonces y nos conmocionó. Su substancia -en eso empata con la encíclica de Francisco- es la fraternidad y el límite, las dos grandes...

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