El bandolero inmortal
Cuando era pequeño, a Héctor Humberto le encantaba estar en la cabina donde su papá grababa la radionovela Porfirio Cadena, "El Ojo de Vidrio".
Contemplaba asombrado cómo, bajo los micrófonos colgantes, el elenco podía interpretar diversos papeles al cambiar de voz en instantes, o recrear la lluvia, los relámpagos o un ventarrón, con ayuda de ciertos objetos o sonidos grabados.
Se acuerda que había una caja con tierra en el piso para simular que alguien arrastraba los pies, caminaba con lentitud o corría, y para que se escuchara con nitidez bajaban el micrófono casi al ras del suelo.
También de una puerta que no conducía a ninguna parte, pero que se usaba según lo señalara el libreto o el narrador. Por ejemplo: "Alguien toca" o "Porfirio dio un portazo y se fue".
"Recuerdo que papá volteaba a verme y colocaba su dedo índice en la boca para asegurarse de que permaneciera en silencio. Y cómo no hacerlo si me quedaba como hipnotizado con toda aquella magia", cuenta Héctor Humberto Covarrubias y Quiroga, hoy director de Radio Fórmula Monterrey e hijo del fallecido Humberto Covarrubias Ortiz, más conocido por su nombre artístico, Mario Fernández, y quien daba vida al legendario Porfirio Cadena.
Aquella historia grabada entre finales de los 50 y los 60 del siglo pasado inicia cuando Eusebio Cadena, padre del protagonista, es acribillado a balazos por unos hacendados después de una partida de juego en su rancho de Laguna de Sánchez, en Santiago, Nuevo León.
Su hijo Porfirio los enfrenta, recibe un balazo y pierde su ojo derecho, que es reemplazado por uno de vidrio. Entonces, jura vengarse y se convierte en un escurridizo asesino perseguido por la justicia.
Era plena época de oro de las radionovelas, cuando las familias solían reunirse para escucharlas.
Las aventuras del bandido de la Sierra del Huajuco se transmitían a la una de la tarde y daban tema de conversación durante la comida y la sobremesa.
Por la noche, la preferida era Chucho "El Roto", el hit en la XEW, con Manuel López Ochoa y escrita por Carlos Chacón Jr. Sin embargo, con el paso del tiempo el drama norestense la superó.
Medio siglo después conserva un auditorio fiel que, con el mismo interés, lo sintoniza por las mañanas en la XET, la T Grande de Monterrey.
Es difícil comprender que en un mundo dominado por la imagen, los radioescuchas no escaseen, y que muchos de los capítulos estén disponibles en YouTube.
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