Bartra, Díaz Polanco, Aziz: A todas luces, un proceso oscuro

AutorJudith Amador Tello

Pero ahora el Movimiento Progresista y su candidato Andrés Manuel López Obrador y una buena parte de la ciudadanía -conscientes de que una boleta no expresa las irregularidades del antes y después del proceso- exige no el recuento de votos casilla por casilla, sino la nulidad de las elecciones.

El sociólogo Armando Bartra, el antropólogo Héctor Díaz Polanco y el especialista en ciencias políticas Alberto Aziz Nas-sif hacen para Proceso un breve recuento de la jornada y ofrecen su visión acerca de la credibilidad del Instituto Federal Electoral (IFE), el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (Trife) y la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade).

Instituciones omisas

Profesor-investigador en la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, Armando Bartra advierte sobre la necesidad de no enfrascarse en la mera revisión de los métodos estadísticos y el comportamiento del Programa de Resultados Pre-eliminares (PREP), pues es posible que no obstante haya datos duros, pocos sean los votos recuperados y al final no reviertan el resultado.

El punto, dice, es señalar que la elección no fue justa, equitativa ni correcta, estuvo plagada de vicios antes de iniciar el proceso, durante la campaña y el mismo día de los comicios, con contratos, convenios y erogaciones "multimi-llonarias" con los cuales se construyó en las televisoras, principalmente Televisa, la imagen de Peña Nieto, utilizando recursos públicos y haciendo pasar publicidad pagada como información de los medios.

Cita más hechos: un gasto "brutal" en las elecciones que "no es difícil probar", una erogación que rebasa por el doble y hasta el triple los topes de campaña, fi-nanciamiento ilegal, el juicio en Estados Unidos en contra del candidato por operaciones supuestamente fraudulentas, compra de votos "documentada una y mil veces","dádivas" con la tarjeta Mo-nex, tarjetas telefónicas, la reunión entre Peña Nieto y 16 gobernadores para definir "cuántos votos y recursos iba a canalizar cada uno a la campaña".

Y asienta entonces el sociólogo: "Lo que tenemos es un enorme fraude construido desde mucho antes de las elecciones. Si los votos que entraron a las urnas son los que dice el recuento, bien, pero muchos de esos son vacuos, son votos chatarra, no porque quienes votan sean personas o ciudadanos chatarra, nadie puede ser despreciado por la forma en que vota, pero si a uno lo chantajean, lo obligan, lo presionan, utilizan su pobreza para hacerlo votar, es un voto hueco, vano. Esto es lo que sucedió. Estamos frente a una elección que, si en este país hubiera realmente imperio de la ley, tendría que anularse."

Entonces por qué ante estas irregularidades, incluso previas a la elección, personajes públicos como José Woldenberg, extitular del IFE, o el propio rector de la UNAM, José Narro Robles, insistieron en la claridad de las elecciones. Sin juzgar de "doblez o mala fe consciente o premeditada" estas actitudes, Bartra ve en ellas una suerte de temor entre los intelectuales, o quienes tienen cierta credibilidad por su acceso a los medios, a hablar de irregularidades y destapar con ello "la olla de los monstruos". Quizá piensen que con sus imperfecciones y fallas se tiene "una democracia con alternancia en la cual los partidos van y vienen" y es mejor eso que tener un desorden por atreverse a señalar los vicios. Agrega sin embargo:

"En todo caso es una vergüenza, porque quienes tenemos posibilidad de ser escuchados un poco más que cualquier mexicano de a pie, tendríamos la obligación de señalarlo. Por lo demás, creo que los medios, incluso los televisivos, lo han dicho y han mostrado...

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