Antes de la batalla

Como descubrió Emilio García Riera, en la primera película de Hollywood que contó una historia nacional los protagonistas se llaman ¡Zorra Gomorra y Pancho Bandido! Esa imagen está más presente que nunca. En consecuencia no puede ser más oportuna una recordación como la de este sesquicentenario.

El 5 de mayo niega tanto el México de Viva mi desgracia como a don Santos Degollado, El Héroe de las Derrotas, en tanto deidad laica e inspiración negativa de nuestras vidas. Todas las ciudades mexicanas tienen una calle que recuerda la gran fecha, pero la conmemoración no alcanza las dimensiones de otros días de guardar en el calendario republicano. Una posible respuesta: no se quiere incurrir en la exaltación del joven Porfirio Díaz, tres veces presente en Puebla por estar al lado de Zaragoza en 1862, de González Ortega en el sitio heroico de 1863 y por su gran victoria del 2 de abril de 1867 que selló el destino de Maximiliano en Querétaro.

El Vietnam del XIX

En los libros extranjeros de esa historia que todavía nos empeñamos en llamar "universal", rara vez figura el 5 de mayo. Sin embargo, su significación va más allá de las efemérides locales. Cuando a principios de 1862 Charles Ferdinand Latrille, conde de Lorencez, desembarcó en Veracruz al frente del cuerpo expedicionario enviado por Napoleón III, se apresuró a comunicarle por el telégrafo submarino que, como los mexicanos eran los últimos de los hombres, su majestad podía considerarse ya dueño del país.

Lorencez nunca se recuperó de la sorpresa que lo aguardaba en Puebla. Luis Bonaparte lo cesó y lo sustituyó por el mariscal Forey. A partir de entonces Lorencez insistió en que la intervención estaba condenada a muerte. En efecto, la presencia francesa exigió el envío de cada vez más hombres y recursos y convirtió a México en el Vietnam del siglo XIX. Sería absurdo afirmar que fue la causa de la derrota de 1870, el surgimiento de Alemania unificada por Pru-sia, la Comuna, la Guerra 1914-1918, la Revolución soviética... pero tampoco puede negarse que alguna influencia tuvo en el desastre de Napoleón III en Sedán y en todo lo que siguió.

El conde Lorencez no era ningún inepto. Graduado en la Academia de Saint-Cyr, destacó en la guerra de Crimea y en la entonces reciente batalla de Solferino (1859) en que Napoleón V i Puebla. Fulgor que permanece III y Víctor Emmanuel II derrotaron al ejército austríaco al mando de Francisco José. Casi medio millón de soldados participaron en esta carnicería...

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