Batallas en la OEA

AutorOlga Pellicer

En opinión de algunos, sería deseable que la OEA fuese un foro que contribuya a relaciones pacíficas en el hemisferio occidental así como al mayor peso de la región en la política internacional; la conducción del secretario general sería un factor importante para ello.

Sin embargo, es poco probable que la próxima elección de secretario general contribuya a tales objetivos. La OEA se embarca en ese proceso en medio de un ambiente de polarización interna y falta de legitimidad muy acentuado. Cualquiera que sea el resultado, es poco probable que su significado en el panorama internacional se acreciente.

Hace apenas cinco años la elección del secretario general, en marzo de 2015, fue un evento sin reflectores. Se presentó un solo candidato, el excanciller de Uruguay, Luis Almagro, quien fue elegido sin contratiempos. Sus posiciones iniciales no fueron controvertibles. Siguiendo la tendencia de la época, la OEA se desdibujaba.

Los problemas de Venezuela cambiaron el panorama. El asunto llegó tarde a la OEA por varios motivos: Ese país tenía aliados sólidos entre los miembros de la Alianza Bolivariana, entre los que se encontraban Ecuador, Bolivia y Nicaragua; asimismo, gozaba de solidaridad por parte de los países latinoamericanos de mayor peso: Argentina y Brasil. Desde el punto de vista democrático, las elecciones fueron ganadas libremente por Hugo Chávez y, en sus primeros momentos, por su seguidor Nicolás Maduro.

Las circunstancias cambiaron cuando la oposición en Venezuela tuvo su primer triunfo al ganar la mayoría de la Asamblea Nacional en 2015, al surgir las tendencias autoritarias de Maduro en 2016 y al fortalecerse los reclamos externos después de los cambios de gobierno en Brasil y Argentina, transformados en vivos opositores de Maduro.

Fue entonces cuando la figura de Almagro y el ambiente de la OEA tomaron otro rumbo. Ignorando las divisiones que existían entre los miembros respecto a qué hacer en Venezuela, Almagro tomó partido comprometiéndose, abiertamente, con el objetivo de acelerar un cambio de régimen en ese país. Se convirtió así, en el portavoz de las posiciones encabezadas por Brasil, Colombia y Estados Unidos a las que pronto se uniría la voz del representante del gobierno provisional de Venezuela, encabezado por Guaidó.

Le llegada de un representante de Guaidó, aprobada por el Consejo Permamente de la Organización, con el apoyo de Almagro, constituyó una clara violación a los estatutos de la organización. Ubicó al...

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